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Palestina: Necesidad de Destruir al Nacionalsionismo

 

Segundopaso Cono Sur – En las últimas semanas, hemos sido testigos de una intensificación de la política de terror que lleva a cabo la administración del nuevo gobierno sionista y que ha significado combinar el bombardeo de la Franja de Gaza, el asesinato de hombres, mujeres y niños, junto a la represión de los miles de prisioneros palestinos encarcelados.

Me refiero a 4.850 presos palestinos, cuarenta mujeres y 220 menores de 16 años y donde al menos medio millar de ellos están en la categoría de “detención administrativa”. Una forma de violación de los derechos humanos que permite encarcelar a los palestinos sin emitir cargos ni juicios por períodos de hasta seis meses, prorrogables un número de veces ilimitado, lo que implica que existan presos palestinos que llevan dos décadas en esa situación.

Ha sido evidente la violación de los derechos de los prisioneros palestinos, que ha tenido un incremento substancial, tras la huida y posterior recaptura de seis combatientes de la resistencia a  manos de una combinación de policías, militares y el servicio secreto  (Shim  Beit) que ha significado encierros permanentes, sin salida a los patios, impedir la visita de sus familiares, castigos físicos y el traslado a otras cárceles israelíes en los territorios palestinos ocupados de tal forma de evitar otras fugas. Una situación denunciada por 200 organizaciones defensoras de derechos humanos tanto palestinas como de un centenar de países, que llamaron a la formación de un comité de investigación internacional  con objetivo de investigar de inmediato las condiciones de los seis presos palestinos recapturados tras su fuga de la cárcel de máxima seguridad israelí de Gilboa y que ha significado denuncias por torturas. Incluso medios israelíes dan cuenta de estas denuncias, dando cuenta de los delitos cometidos por policías y militares israelíes, tras filtraciones de videos donde se expresa la práctica brutal de golpear a los prisioneros palestinos y mantenerlos largas horas con las manos atadas a la espalda en los patios.

En un artículo publicado años atrás, tras el fin de la agresión a la Franja de Gaza el año 2014 con un catastro final que arrojó 2.310 palestinos asesinados, 10.626 heridos, 476 mil desplazados y la destrucción de gran parte de su infraestructura industrial y sanitaria me interrogaba ¿Cuál es el límite de paciencia de un pueblo? ¿Cuánto más puede soportar una sociedad la humillación diaria contra su dignidad, la violación de sus sitios sagrados, la contumacia criminal de un gobierno como el israelí, que desprecia cualquier posibilidad de llegar a acuerdos? ¿Cuánto más la comunidad internacional seguirá siendo cómplice de los crímenes […]” .

Cada una de esas preguntas no dejan de plantearse día a día, pues cotidianamente la entidad ocupante comete crímenes de guerra y lesa humanidad. Siete décadas de crímenes que quedan en plena impunidad gracias a la protección que Estados Unidos otorga a este régimen y el silencio obsequioso de gobiernos y organismos internacionales que suelen llenarse la boca con frases altisonantes respecto a la necesidad de respetar las leyes internacionales y los derechos humanos pero que son ciegos, sordos y mudos frente al actuar delictivo sionista.

Resulta una conducta hipócrita y cómplice el callar frente al actuar criminal de Israel: asesinatos diarios de hombres, mujeres y niños palestinos, miles de detenidos en las cárceles del ocupante donde la tortura es parte del arsenal de acciones. Construcción de asentamientos habitados por colonos extranjeros en Cisjordania. Creación de autopistas exclusivas para el uso de esos colonos. Demolición de viviendas palestinas, destrucción de sus cultivos, usurpación de sus tierras y recursos acuíferos. Impedir el retorno de los refugiados, violar todas y cada una de las resoluciones emitidas por la ONU desde el año 1948 a la fecha. Torturas en las cárceles contra los prisioneros palestinos, la demolición de viviendas y destrucción de sus cultivos. El bloqueo total, desde el año 2007 a la fecha, de la Franja de Gaza convirtiéndola en el campo de concentración más grande del mundo. Y, entre otras medidas propias de un régimen que cree poseer un destino manifiesto, el instaurar la llamada ley de Estado nación judío que concreta una sociedad de apartheid.

En este contexto no existe discusión alguna respecto al legítimo derecho del pueblo palestino a la resistencia contra las fuerzas militares y colonos de una potencia ocupante israelí. En ello, todas las formas de lucha son válidas y el eje de la resistencia debe ir en ayuda económica, política y militar para apoyar el proceso de autodeterminación de Palestina. Los indignantes y vergonzosos defensores del régimen genocida de Israel quieren comparar sus muertos con los miles de palestinos asesinados, como si esto se tratara de sufrimientos, padecimientos y destrucción equiparables. Deben pensar los ideólogos del asesinato masivo, que el atacar por aire mar y tierra a una población indefensa está escrita en su Torá.

Para el intelectual estadounidense, hijo de padres de creencia judía supervivientes de los campos de concentración de Auschwitz y Majdanek, el profesor de teoría política, Norman Finkelstein resulta admirable e impresionante que la indomable voluntad del pueblo palestino – en especial el pueblo de Gaza – haya logrado detener repetidamente a la máquina de matar israelí…” los palestinos no están ni jurídica ni moralmente obligados a desistir del uso de la fuerza armada contra Israel”. Sobre todo, porque el uso de esa fuerza criminal está muy lejos de ser irracional o que el devenir de los acontecimientos los “obliga” a usar determinada estrategia bélica. En realidad, afirma Finkelstein “los ataques de Israel han sido diseñados para sabotear un posible compromiso de paz con los palestinos, aun cuando los términos de este los puedan favorecer ampliamente”.

Un sionismo que utiliza el judaísmo para llevar adelante sus propósitos terrenales y que ha sido denunciado por aquellos que sí profesan esta religión. Un centenar de rabinos, residentes en Estados Unidos, como lo ha hecho también la organización Neturei Karta califica a Israel como “un régimen de apartheid que comete crímenes contra los palestinos.  Generan terror en Al Quds (Jerusalén) y otras partes de los territorios ocupados. Exigimos que la comunidad judía en Estados unidos no haga donaciones al régimen israelí, que derrama sangre en las calles de Tierra santa, que provoca incendios en Al Quds, que destruye Gaza”. Un sionismo que utiliza el llamado holocausto como una caja de obtención de fondos y permanente lavado de imagen para ocultar sus propios crímenes. Un régimen que mientras planta miles de árboles en memoria de sus muertos, arranca de cuajo olivos centenarios de campesinos sin posibilidad de recuperar lo expoliado. Israel es, simplemente, un régimen, que ha hecho del crimen, su sustento diario.

Por su parte, organizaciones como Human Rights Watch (HRW) (5) también ha denunciado a la política de apartheid del ocupante sionista y pide sanciones contra este régimen. “Israel mantiene una dominación deliberada de la población judía israelí sobre los palestinos en todo el territorio ocupado de Palestina. Esa dominación deliberada, junto a la opresión sistemática y los actos inhumanos ejercidos por israel contra el pueblo palestino constituyen un crimen del apartheid. El mencionado organismo en este informe publicado en abril de este 2021 señaló la necesidad de imponer sanciones, incluidas prohibiciones de viaje y congelación de activos, contra los funcionarios” israelíes y condicionar la venta de armas y la asistencia militar y de seguridad al régimen de Tel Aviv de tal forma de que ponga fin a sus crímenes de apartheid y persecución. HRW en este informe exigió a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que establézcala instalación de una comisión internacional de investigación sobre los crímenes israelíes.

Quiera Alláh que la paz libre y soberana sea una realidad en Palestina, que la paz y desarrollo autodeterminado sea el futuro de su pueblo y que en ello otros creyentes escuchen esas plegarias. Pero, en esa esperanza no le pidan a los asesinados, a los torturados, a los exiliados, perseguidos, a aquellos a los cuales se les destruye sus hogares, se les acosa y controla como animales. No les pidan a aquellos que sufren las consecuencias de una política genocida, que sean los responsables principales de la paz.

Israel no quiere paz, no busca la paz y no es parte de sus objetivos. El norte del sionismo es apoderarse del conjunto de las tierras palestinas, sionizarla, exterminar a la población palestina y aquellos que no caigan bajo el fuego criminal de este régimen, obligados a huir de sus tierras. El propósito de Israel es llevar adelante su programa de la solución final estilo sionista: limitar los territorios palestinos, cercarlos, usurparlos, expulsar a los habitantes originales, exterminar su población y así generar un genocidio. Por ello nos encontramos ante el imperativo ético y político de combatir al nacionalsionismo, que representa un peligro no sólo para Palestina, sino también para los países de Asia occidental y de la humanidad en general.

Pablo Jofré Leal

 

  1. https://www.hispantv.com/noticias/palestina/498459/israel-carcel-presos-fuga
  2. http://www.hispantv.com/noticias/palestina/493994/israel-guardias-presioneros-negev
  3. https://radio.uchile.cl/2014/11/12/la-tercera-intifada/
  4. https://parstoday.com/es/news/middle_east-i81638-holocausto_la_memoria_exclusiva_y_excluyente_del_sionismo
  5. https://elpais.com/internacional/2021-04-27/human-rights-watch-acusa-a-israel-de-imponer-un-regimen-de-apartheid-a-los-palestinos.html

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