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Encarnado en lo profundo del pueblo

Segundo Paso para Nuestra América.- Por lo general los partidos políticos surgen de la dinámica social, política y económica, en todo caso, son expresión de una parte de la sociedad que se agrupa, establecen un programa y suscriben una ideología donde se cohesionan las aspiraciones de sus miembros. Sin embargo, es menester reconocer que los partidos de la derecha no siempre revelan sus objetivos y apenas si sirven a los fines electorales de los interesados por llegar al poder.

Pocas agrupaciones políticas se encarnan en el pueblo; organizan sus fuerzas e involucra a sus militantes en el diseño y ejecución de los proyectos, planes y programas que sus predestinados dirigentes esbozan en sus discursos; de allí las diferencias, entre los partidos de la democracia representativa o liberal burguesa y los partidos progresistas, cuya dinámica es la democracia participativa y protagónica del pueblo organizado. Es el caso del Partido Socialista Unido de Venezuela, PSUV, un partido de masa que forma cuadros y tiene un alto nivel conciencia política y participación en todos los estratos sociales, económicos, comunitarios y del poder popular. De allí que esta encarnado en lo más profundo del pueblo y sus decisiones colectivas son la base de todas las acciones del Gobierno.

Aunque los medios de la derecha no quieran mostrarlo, el partido más grande y mejor organizado de América es el PSUV, que celebró recientemente un proceso de postulación desde las bases, de las y los dirigentes que asumirán responsabilidades en la estructura del partido.

En ese sentido, los militantes pesuvista, en asamblea abierta, propusieron los nombres de aquellas y aquellos dirigentes que se destacan en cada calle por su liderazgo y compromiso, para conformar los equipos políticos y sociales que haya lugar según el ámbito de responsabilidad que les corresponda.

De allí que la Revolución Bolivariana es un hecho tangible, que avanza frente a las dificultades y está encarnada en lo más profundo del pueblo. Por ello, el partido de Chávez está preparado para el reto de superar la crisis inducida por las medidas y el sabotaje continuado por los correligionarios de la derecha internacional y totalmente equipado de un arsenal praxiológico que le garantizan su éxito en el debate político democrático y electoral.

Hoy nadie tiene dudas de que en Venezuela hay conciencia de Patria, de que hay un pueblo organizado y armado de valores morales suficientes para dar el combate por la paz, el diálogo permanente, el debate electoral y la construcción de la mayor suma de felicidad posible para todas y todos.

Sin embargo, no se puede obviar que los adversarios de la Revolución, esa derecha que, en todas sus facciones, viaja con facilidad del agravio contra la razón a la simulación de una conducta “civilizada y democrática” que no practica. Insiste en una praxis de desconocimiento de la realidad, que si bien le sirve para ocultar sus macabros planes de dominación en contra de las mayorías, no disimula sus patéticas ambiciones supremacistas y negadoras de la conciencia social y política que cada día es más sólida en la militancia revolucionaria.

Por ello, la narrativa mediática concentra sus ataques en quienes obcecadamente se asumen distintos y distantes a los retos de los mortales, colectivos y demás grupos sociales comprometidos con la paz, la vida y la equidad; en todo caso, son objetivos esenciales para todos los seres humanos, pero que en el asunto que nos ocupa, molesta al dogma capitalista y sus variantes supremacistas e imperialistas.

Es de hacer notar que la narrativa imperial impone como estadio de normalidad los mismos argumentos que subyacen en la “libertad” proclamada por Superman y la “Justicia” de Marvel y sus héroes; de existir cualquier duda al respecto, basta consultar los diarios, noticieros y el poderoso internet, para verificar este tipo de narrativa contra cualquier expresión de independencia y libertad.

Afortunadamente, en el siglo XXI la letalidad de la ideología dominante ha perdido audiencia y, en consecuencia, están surgiendo en la dinámica del mundo, praxis políticas, económicas y sociales que reconfiguran el orden mundial no institucionalizado, por ahora, y potencian las posibilidades de alcanzar un nivel de existencia humana verdaderamente libre, sin hegemonía, ni imposiciones imperiales.

No es poca cosa lo que le ha tocado vivir y afrontar al presidente Nicolás Maduro, al pueblo venezolano y a los partidos revolucionarios que se estructura a lo largo y ancho de ese territorio nacional, igualmente, es loable el trabajo acometido por el pueblo organizado, sus luchas sociales y su presencia activa y comprometida desde lo más profundo de la sociedad.

Hoy nadie puede negar que frente a las medidas coercitivas impuestas por el imperio, los intentos de golpes de Estado y el magnicidio en grado de frustración, entre otras acciones contrarrevolucionarias, ese pueblo organizado está comprometido con la paz y de allí su resistencia y por ello su avance.

Así mismo, no se puede desconocer que en Venezuela fue derrotada la violencia y se está superando la crisis inducida apoyada por los mismos opositores ultraderechistas que acuden a la Mesa de Diálogo en México, en representación del sector más atrasado y violento de la oposición venezolana y sus mandantes imperiales.

En el plano internacional, el presidente Maduro ha demostrado la legitimidad que le es propia y el absoluto apego a la máxima de Mandar obedeciendo al pueblo.

El pueblo, el sujeto pueblo, en Venezuela asume el poder y cada día será mayor su participación protagónica en la construcción de un nuevo modelo civilizatorio.

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