El ejército ucraniano tiene dos tipos de mercenarios para contratar en la guerra que la OTAN y Washington llevan a cabo en su territorio contra Rusia. Uno, el personal preparado que suele manejar los equipos y tecnologías más avanzadas, proporcionadas por las potencias occidentales y que suelen ser oficiales de los mismos países de la OTAN y, por otra parte, una gran masa de “carne de cañón” que son lanzados al campo de batalla terminando sus días con algo de dólares en sus cuentas, pero al final de la jornada, como un número más en las enormes bajas en las filas de las fuerzas del régimen kievita. Entre estos últimos se encuentran, precisamente los mercenarios latinoamericanos e igualmente aquellos que Washington y el pentágono les permite.
En numerosos informes públicos e incluso entregados ante organismos internacionales, el gobierno ruso, a través de su Ministerio de Defensa ha denunciado que cerca de 80 países, utilizando incluso sus representaciones diplomáticas como agencias de empleo tiene connacionales contratados como mercenarios en Ucrania. Se ha consignado que los países latinoamericanos que más combatientes han aportado en esta coalición de tropas contra Rusia destacan Colombia – de larga tradición en este tipo de materia incluyendo el sicariato, como fue el caso del asesinato del ex presidente haitiano Jovenel Moises suma a Argentina, México y Ecuador.
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