En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso
La alabanza es para Dios, Señor de los mundos, y las bendiciones de Dios van a Su Mensajero, Muhammad, y a su familia pura, y a sus Compañeros aprobados y a quien bien lo siga hasta el Día de la Recompensa.
La temporada de Hayy que siempre ha sido temporada de sentir la dignidad, la grandeza y la prosperidad del mundo islámico, este año está experimentando la tristeza y el arrepentimiento de los creyentes, quienes han sufrido el sentimiento de separación y el fracaso de los ansiosos. Los corazones sienten nostalgia tal y como siente Kaaba, y los gritos de los separados se mezclan con lágrimas y suspiros.
Esta privación es de corta duración y no durará mucho con la presencia de Dios, pero la lección de apreciar la gran bendición de Hayy debe ser sostenida hasta que nos libere de la negligencia. Debemos sentir, y pensar más que nunca este año en el secreto de la grandeza y el poder de la Umma (comunidad islámica), con sus diversos grupos de creyentes en la explanada que rodea la Kaaba, y el santuario del Profeta del Islam (la paz sea con él y las bendiciones de Dios van a su familia) y los imanes de Al-Baqi.
Hayy es un deber incomparable; se considera como una flor de cien hojas entre los deberes islámicos; es como si todos los aspectos importantes tanto individuales y sociales como terrenales y celestiales, e históricos y universales, de la religión sean revisados en él...
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