NorteaméricaPolítica

Pura Realidad Estadounidense

Segundopaso – El miércoles, los asaltantes del Congreso de EE.UU. sacudieron tanto la estructura de sus muros, como los cimientos de la hegemonía norteamericana.

El día 6 de enero de 2021, marcó otro hito en la historia contemporánea de los Estados Unidos de América.

Los seguidores del presidente saliente, Donald Trump, irrumpieron en el Capitolio del Congreso estadounidense, obligando a interrumpir una sesión conjunta donde los legisladores pretendían certificar la victoria del candidato electo, el demócrata, Joe Biden.

Fueron numerosas, pero no muy distintas, las fórmulas y maneras por las cuales los medios de comunicación del mundo reflejaron este suceso; algunos lo tacharon de “Invasión”, otros de “Asalto”, “insurrección”, “subversión”, etc., aunque casi todos compartieron un sentido de “Ataque a la Democracia” para describir lo ocurrido.

Sin embargo, si observamos el asunto desde un punto de vista realista, surgen dos preguntas: ¿Por qué lo llamamos “ataque”? y ¿por qué se presupone que EE.UU. es un país democrático? Más adelante, intentaremos arrojar algunas luces sobre estas dos cuestiones planteadas.

Comenzaremos por la segunda cuestión; la democracia lleva en sí al menos dos definiciones, basándose en lo político y lo social. Consultando con el diccionario de la Real Academia Española, desde la visión política, se define como un “sistema político en el cual la soberanía reside en el pueblo, que la ejerce directamente o por medio de sus representantes.”, y desde el punto de visto social, consiste en una “forma de sociedad que reconoce y respeta como valores esenciales la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley.”

Siendo, la irrupción de seguidores de Trump al Congreso, una manifestación realizada por parte de los ciudadanos y civiles contra el sistema político, merece analizar la situación de ambas dimensiones en Estados Unidos, para comprobar la veracidad de la imagen que nos han presentado y están presentando los medios de comunicación a nivel mundial sobre de la coyuntura del país norteamericano.

En el sistema político y todo lo que atañe a la determinación del destino del pueblo, basta con reiterar el papel decisivo y fundamental que desempeñan los llamados “Lobbies” o grupos de presión de carácter político en la administración estadounidense.

Cabe destacar, según los datos que proporciona el diario español “El País”, el término “lobby” nació en EE.UU. en el año 1830 y con el paso de tiempo se fue introduciendo en el colectivo administrativo y el engranaje político de este país.

“La arquitectura del sistema político norteamericano promueve la iniciativa individual de cada senador o congresista, que puede impulsar por su cuenta un proyecto de ley y que sabe que para garantizar su reelección necesita satisfacer las demandas concretas de los votantes de su circunscripción, lo que diluye intensamente la disciplina de partido. Así, en cada decisión confluyen muchos intereses de por medio y, como siempre, nadie quiere perder.”, añade el medio español.

Este asunto ha ligado a diferentes grupos de presión históricamente con la Casa Blanca, y cada una trata de defender sus intereses desde sus propias causas sociales, políticas y otras de índole internacional. En los últimos años, esta tendencia de presión ha registrado un crecimiento enorme.

De cualquier forma, no se puede descartar la presencia e influencia de distintos grupos de presión en la administración norteamericana, los cuales buscan satisfacer sus propios intereses o los de algún grupo minoritario de la aristocracia estadounidense.

En cuanto a la definición social de la democracia, la cual está basada en principios como la igualdad y la libertad de los ciudadanos ante la ley, no sólo contradice la actualidad social estadounidense, sino en muchos casos se demuestra todo lo contrario.

A modo de ejemplo, según un informe publicado por la agencia de noticias BBC en el mes de julio de 2020, los Estados Unidos registraba uno de los peores índices de pobreza entre las naciones desarrolladas; a saber, actualmente, 40 millones de estadounidenses viven debajo de la línea oficial de pobreza.

«Somos la nación más rica en la historia del mundo. No deberíamos tener este grotesco nivel de desigualdad de riqueza, donde tres multimillonarios tienen más riqueza que la mitad más pobre del país», estas palabras fueron pronunciadas hace un año por el excandidato demócrata, Bernie Sanders, durante un mitin electoral, de acuerdo con el sitio web de noticias Pressenza.

De igual forma, nadie olvidará la creciente ola de brutalidad policial en EE.UU. contra la población afroamericana, ciudadanos como George Floyd, Freddie Gray, Samuel DuBose, Eric Garner y muchos otros negros, quienes fueron víctimas y murieron a manos de la policía estando casi todos desarmados y, en algunos casos, suplicando por sus vidas al no poder respirar, como Eric Garner, estrangulado por un agente de policía.

Para concluir, no se trata de un grupúsculo radical dentro de EE.UU. ni mucho menos de insurgentes, ni nada parecido, sino todo lo sucedido está enmarcado en la realidad social estadounidense, así que debemos recordar una y otra vez que la democracia estadounidense no es más que un “concepto ficticio” al cual recurren sus políticos y la prensa, para imponer la forma de ser y el estilo de vida norteamericano en la mentalidad de la comunidad internacional, así como para jactarse de su supuesta supremacía económica y social.

Amir Abbas Mousavi

Related Articles

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Back to top button