La Universidad Latinoamericana Por Una Transformación Social y Humana

Segundopaso - Hablar de educación superior es en primer término sostener la educación como un bien público y social, e incluso un derecho humano fundamental, por ello para un mejor desarrollo de la sociedad se debe reformar varios aspectos de las universidades en América Latina.

En el ámbito de la ciencia y de los conocimientos, en plural, es necesario plantearlo como un bien común, como un derecho humano universal y un derecho colectivo de los pueblos. Pues hay que diferenciar los objetivos de los sistemas públicos de los sistemas mercantiles de producción y distribución de conocimiento que generan sociedades excluyentes. Las acciones de la educación pública y lo privada deberían ser convergentes y con propósitos nacionales, regionales y globales, pero bajo criterios de responsabilidad social, cooperación y servicio.

Cada año, algunas consultoras presentan su listado de las mejores universidades latinoamericanas, En este año, se destacan: tres universidades brasileñas, dos de México, dos de Chile, dos de Colombia y una de Argentina, de las más de 400 universidades tomadas en cuenta. De acuerdo con esta información, la Pontificia Universidad Católica de Chile se ubica en primer lugar de la lista; en segundo lugar, está la Universidad de Sao Paulo, de Brasil y en tercero está el Tecnológico de Monterrey de México como las tres mejores Universidades de la región.

Las universidades son comparadas en cuatro áreas de interés: investigación, metodologías, empleabilidad y perspectiva internacional, además de la infraestructura, número de publicaciones entre otros aspectos. Sin embargo, se debería hacer un recorrido conceptual sobre la relación de la universidad con la sociedad, así como un análisis de experiencias en territorio que se llevan a cabo desde diferentes instituciones de educación superior. Las mismas constituyen un aporte para pensar el compromiso social de las universidades de América Latina y el Caribe, en especial en estos tiempos que se presentan nuevos desafíos.

¿Cuál es la mejor universidad?

Una verdadera universidad, dice el Rector de la Universidad Alberto Hurtado de Chile tiene una misión:

“ayudarnos a repensar el momento en que vivimos y el país que soñamos mostrándonos las oportunidades, advirtiéndonos de las trampas y dándonos herramientas para lograr un auténtico progreso. Ya que, debido a la cultura de mercado imperante, hay una tendencia a favorecer conocimientos que permiten un progreso instrumental más que los que permiten conocernos mejor como seres humanos” (Montes, 2014)

En el mundo universitario se han impuesto indicadores cada vez más exigentes para justificar la calidad de la educación y la excelencia, muchos de ellos son parciales y a veces externos a la universidad y responden a las necesidades de un mundo económico. Dejando a un segundo plano, la misión institucional y los requerimientos sociales del país. “Los rankings más usados ni siquiera preguntan si una universidad cultiva la filosofía o las ciencias sociales porque lo importante es el empleo y la producción”, dice la primera autoridad universitaria, quien sugiere siete aspectos que deben incorporarse a la discusión:

Uno. La Universidad debe ser una comunidad de profesores y estudiantes que trabajan en colaboración y diálogo para el bien común. Los maestros deben investigar, pero también formar a sus alumnos a ser profundamente reflexivos y no sólo concentrarse en acumular poder.

Dos. La universidad debe re incorporar a las ciencias, la filosofía, la literatura y las artes para profundizar el desarrollo del ser. Conjugar las ciencias denominadas humanísticas y sociales con las exactas y las ciencias de la vida con visión integradora.

Tres. La universidad no es solo un centro de investigación, sino una comunidad formativa de personas cuya misión es producir una reflexión profunda sobre su realidad.

Cuatro. Hay que cuestionar la cultura del mercado que se ha introducido en la universidad, donde prima la competencia y el éxito personal por sobre el bien común. “A menudo los investigadores buscan un bono de productividad más que el cumplir una misión y una vocación de servicio”.

Cinco. Abrir los horizontes para que el conocimiento y la verdad no se limiten a las ciencias exactas y a la tecnología. “La universidad es el lugar para lo más selecto del espíritu donde hay un espacio para cultivar el bien, la belleza de la poesía, la imaginación en el arte y el silencio de la reflexión”.

Seis. Crear un sistema que permita a las instituciones de educación superior conectarse entre sí; que acepten la diversidad, fomenten la colaboración y posibiliten la búsqueda de la verdad; renuncien al elitismo, la desarticulación y la competencia.

Siete. La universidad debe formar líderes capaces de integrarse a los diferentes grupos humanos, que entiendan que no son seres aislados sino parte de un conjunto. Cristalizar proyectos que fomentan el cooperativismo, la equidad social y la solidaridad.

En la actualidad, muchas autoridades universitarias plantean que la responsabilidad ética de la universidad es contribuir a reducir la distancia entre los grupos hegemónicos de poder y las situaciones de exclusión social de los sectores más desfavorecidos, identificar los problemas y demandas reales, coordinar dentro de la comunidad las acciones correspondientes, reorientar y recrear, en forma articulada, las actividades de docencia, investigación y extensión. En la formación de los estudiantes deberían contemplarse, entre otras, las dimensiones éticas, comunitarias, epistemológicas y metodológicas. Por ello, la universidad debe repensar sus prácticas pedagógicas, explorar los procesos de enseñanza y de aprendizaje a la luz de la pertinencia social. Se valoran aquellas habilidades enmarcadas en las concepciones de cognición situada o contextualizada, en tanto la condición situacional posibilita la resignificación de los aprendizajes.

Con tales propuestas, el conocimiento resulta un insumo clave en la transformación social; por ello, consideran que es imperativo pensar en términos de gestión social del conocimiento. Su producción, su apropiación y su uso, deben avanzar éticamente hacia modelos pedagógicos transdisciplinares por sobre los sistemas exclusivamente disciplinares sobre todo en el aprendizaje y la investigación con conocimientos únicos y fragmentados.

Es urgente analizar los currículos vigentes y propiciar las modificaciones necesarias empezar un diálogo entre sus diferentes actores: universidades, autoridades gubernamentales, organizaciones sociales y comunidad; para entonces hablar de una verdadera calidad y excelencia educativa.

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