SPNA: Tras aquellos once días de mayo, cuando ocurrieron los ataques permanentes contra la población palestina, finalmente se anunció el cese al fuego, el cual, como sabemos, fue interpretado como una derrota de Israel impuesta por la acción de las fuerzas de resistencia. A su vez, el movimiento de la Yihad Islámica de Palestina manifiesta que Israel está en un “callejón sin salida histórico” ¿Cuál es su opinión al respecto?
ÁT: Indudablemente en esta última arremetida del sionismo contra Palestina, de verdad salieron derrotados los sionistas. De hecho, el señor Netanyahu ha pagado un alto costo político por esa acción infeliz, ya estos no son los tiempos del plomo fundido. En 2006, cuando devastó a la franja de Gaza, ni los relatos de prensa pudieron convencer a nadie de que la guerra no era una guerra, sino un ataque contra la franja de Gaza, disparando cohetes asesinos en contra de la población.
Ya nadie compra esa factura porque ya el mundo puede ver en vivo y directo cuál ha sido la agresión sostenida sobre Cisjordania, sobre WestLand, sobre el derecho de Palestina a ocupar la parte oeste donde reposan los dos monumentos más importantes para el islam, independientemente de que por ahí alguna vez en la historia estuvo el templo de Salomón, pues lamentablemente desde Salah Abdim hasta esta fecha se ha consagrado el segundo sitio más sagrado para el islam, que es una de las religiones monoteístas.
Cuando yo digo que Israel acostumbra a enmascarar todo con el cuento religioso, aprovechando las devociones judeocristianas que ocupan a gran parte del mundo occidental, a veces uno se olvida de que hay un mundo distinto al mundo occidental, donde ninguno de los signos y símbolos de la religiosidad judeocristiana tiene ningún significado.
Hay pueblos de China que nunca han visto una cruz jamás en la vida. Hay pueblos del mundo que para ellos no significa absolutamente nada o cualquier signo o símbolo de una religiosidad occidental puede significar lo mismo que significa para nosotros ver un dragón, o ver un gato, o ver alguna imagen de las religiones andinistas del mundo asiático y que no es tan simple llamarlas demoníacas o antirreligiosas.
Pero allí particularmente lo que llaman Tierra Santa, que de Santa tiene muy poco, porque es donde más se le ora a Dios y donde más gente se maltrata, hay una discusión geopolítica que está claramente establecida: exterminar a los palestinos, irlos acabando, irlos reduciendo hasta asimilar una parte de ellos para el territorio israelí, con el fin de occidentalizar el medio Oriente como le dicen desde los EE.UU. y ahí garantizar una base de operaciones concretas que lo que va a estar nada más y nada menos que en el puente entre África y Europa, de paso que Palestina traduce el puente: sacar del África los productos minerales de la industria extractiva para las empresas tecnológicas y entrarle a Europa desde Oriente, lo que implica disputar el territorio a lo que hoy es la Federación Rusa y los países aliados a esta.
Es así también, que si uno ve la totalidad, va a ver que el problema palestino, el problema sirio, está seriamente ligado a los gasoductos que pasan por la zona y sobre todo con el North Street Truck que es el gasoducto más grande que se ha construido en la zona y que tiene que ver con una sociedad entre Rusia capitalista, que no es la Unión Soviética, y Alemania, un país hipercapitalista que no es la Alemania democrática; ambos están viendo un gran negocio en poder pasar por sus territorios, por los territorios de esa Asia Occidental, poder pasar ese gran gasoducto para abastecer de gas y para que soporten el invierno los europeos.
Entonces, ahí se involucran razones políticas, geopolíticas y geoestratégicas. El gobierno sionista de Israel, tiene sus días contados y no hay ninguna razón religiosa que justifique la aparición de asentamientos y el desalojo de los palestinos, sean estos musulmanes o no, de sus legitimas tierras. Es una afrenta a la humanidad, y la humanidad entera debe protestar por el respeto. Nosotros exigimos, como los intelectuales del mundo, el mundo progresista exige que se le devuelva a Palestina los territorios antes del año 48, antes de la llegada de los sionistas a ese territorios, que se les reconozca esa territorialidad.
Hay resoluciones de la ONU que apuntan que la frontera van a ser de dos Estados tomando como referente la frontera del 67, pero esa resolución ha sido violada tantas veces que hoy por hoy Palestina es un archipiélago, no tiene cohesión geográfica un territorio con el otro. Gaza The Street, que traduce “la calle de Gaza” y es prácticamente una calle, la franja de Gaza que lo que tiene es 20 kilómetros desde la entrada por Egipto, no tiene conexión con la otra parte de Palestina, lo que implica un problema de territorialidad profundo que hay que discutir.
Pero dentro del West Bank, Donald Trump junto con Netanyahu desconocen la propiedad del pueblo palestino sobre la margen del Río Jordán y sobre el Mar Muerto, un territorio por cierto que fue otorgado por el Rey Hussein de Jordania, padre del actual Rey, se lo otorgó a los palestinos para que se refugiaran allí y se quedaran allí eternamente; pero tampoco hay conexión entre Jericó que está a las orillas del Mar Muerto y los pueblos que le siguen Ramalá, el Nire y otras poblaciones más. Si nos vamos al norte, Nazareth fue tomada por los sionistas y no tiene conexión.
Es una lucha política, es una lucha geopolítica, es una lucha geoestratégica, pero es una lucha por el reconocimiento de la identidad árabe. La tesis de dos Estados está vigente, sabemos que es casi imposible lograrla en el marco de esta guerra planteada por Israel y sus aliados, o por Israel y sus mandantes o por Israel y las intenciones concretas de Occidente por tomar parte del Oriente para sitiar a Irán por un lado, y para contener los avances de Rusia y de China que por la vía de la paz están construyendo alianzas políticas y geoeconómicas que van repartiendo prosperidad y bienestar por donde quiera que van.
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