El trabajo está asociado a la humanidad, es mediante el trabajo como se transforman material y subjetivamente las realidades que nos han rodeado históricamente y siguen existiendo la reproducción de la vida y la producción. Sin embargo, esta noción lleva dentro de sí las fuerzas de la contradicción que han transformado a la historia y la manera como se han desarrollado los diferentes modos de producción, los sistemas de explotación y dominación, la división social-sexual del trabajo, el uso de la técnica y los procesos de alienación de los trabajadores y las trabajadoras.
Hoy por hoy estamos ante un punto de inflexión, los escenarios actuales de crisis del sistema capitalista, transversalizado hoy (y hasta nuevo aviso) por un virus relativamente letal (hasta ahora) conocido como COVID-19, traen consigo la resignificación del trabajo como categoría de análisis y como medio de supervivencia, transformando la relación trabajo-sujeto-contexto. Una de estas transformaciones está orientada a la creación de mecanismos de adaptación del trabajo ante las múltiples modalidades del Aislamiento Preventivo, siendo el aislamiento programado garantía de la vida.
De allí que surjan múltiples preguntas sobre esta noción, preguntas que con lógica fractal la tensionan, ¿Cómo se organizan los sistemas de trabajo para la “sobrevivencia”? el sistema capitalista de forma desorganizada por la violenta expansión del virus ha dado un paso adelante para la adaptación, Ante las modalidades del trabajo mediado por las tecnologías, ¿Cómo incide la brecha digital de los países del Surglobal? ¿Cómo podemos analizar las nuevas modalidades de aislamiento, trabajo y TICs desde la perspectiva de género? ¿El virus es la causa de esta nueva modalidad llamada Teletrabajo?, de esta última la respuesta es no, comencemos por el final, en palabras Giniger,
lo significativo es que no se trata de un trabajo nuevo, sino de una reorganización del trabajo, que tiene como eje el despliegue de las tareas en espacios múltiples, pero sosteniendo la función directiva y organizativa acerca de qué se produce y cómo se produce en manos del empleador.
Sobre el planteamiento anterior podemos reflexionar en varios planos, la reorganización del trabajo implica resituar a la empresa empleadora garantizando el cumplimiento de los mismos objetivos, ahora la empresa no está más de 8: 00 am a 4: 00 pm, tampoco está más entre las avenidas 10 y 11, no, ahora la empresa transciende el tiempo, espacio, cuerpos y subjetividades, el teletrabajo garantiza mediante el aislamiento el cumplimiento de la tarea por sobre la existencia y garantiza la supervivencia ante el COVID-19, realmente paradójico.
Esto se complejiza aún más cuando lo cruzamos con los millones de empleos destruidos por la crisis capitalista-epidémica, según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), citadas por Giniger
“El COVID-19 y el mundo del trabajo”, plantea que la disminución de horas laborales en el segundo trimestre implica la destrucción de 305 millones de empleos. Al comenzar la pandemia, la misma OIT preveía una reducción de 25 millones, es decir que la dimensión de la crisis estaba fuera de órbita para el organismo.
Teletrabajo/desempleo antagonismo que traduce las múltiples expresiones de los nuevos mecanismos de explotación. Estas contradicciones tienen mayor impacto en los países y economías del surglobal, en donde la brecha digital marca la diferencia entre ser un homus faber o un desocupado, entre ser un/una estudiante regular o estar en las engrosadas filas de la deserción escolar, este último elemento está dejando fuera del sistema educativo a millones de estudiantes en el mundo.
Del mismo modo, la compresión de lo público y lo privado se distiende, se mezclan las esferas de la producción y la reproducción, y en este sentido, es importante señalar que las mujeres al “quedarse en casa” no solo no tienen derecho a la desconexión, sino que además, las funciones de reproducción de la vida quedan atravesadas por las funciones de la empresa, la institución, convirtiéndose en maestras remotas, madres cuidadoras y empleadas.
El Teletrabajo como medio de organización tiende a consolidarse y expandirse, temas como el salario, el derecho a la desconexión, la familia en toda su diversidad, el tiempo de ocio, el valor del estudio y la tecnificación de los oficios en clave critica se en puntos necesarios de una agenda global, el aislamiento inhibe las condiciones del encuentro necesario para la participación orgánica desde el punto de vista físico, sin embargo, la experiencia vivida evidencia la necesidad de profundas trasformaciones que parten del simple hecho de reconocernos en ese otro detrás de la mascarilla.
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