Ya no es ningún secreto para los analistas que las relaciones entre Estados Unidos y Arabia Saudí, después de que Biden asumiera el poder, difieren sumamente de las existentes anteriormente, y está bastante claro que los estadounidenses han tomado decisiones fundamentales para cambiar la estrategia de sus lazos internacionales y políticos.
Es evidente que las prioridades de la política exterior para los políticos estadounidenses más veteranos son notablemente diferentes, y actualmente su predilección es la supervivencia de Estados Unidos como superpotencia económica y militar en el mundo.
Los políticos estadounidenses de hoy se enfrentan a la amarga verdad de que, cuando los estadounidenses estaban alborozados por el colapso de la Unión Soviética y pensaban que había terminado y que no había poder en el mundo que pudiera desafiar la autoridad estadounidense, de acuerdo con la tradición histórica, estaban surgiendo nuevos poderes.
La China comunista se está convirtiendo en la superpotencia económica número uno del mundo, y Rusia está ganando cada vez más terreno y desafiando el poder militar de Estados Unidos.
Durante este período, los estadounidenses se involucraron en asuntos pequeños, pero costosos, como el Medio Oriente. O quizás sea más apropiado decir que los rivales de Estados Unidos los arrojaron a un pantano de conflictos pequeños y costosos, y los estadounidenses lucharon todos los días para evitar hundirse más en ese cenagal.
De repente, los estadounidenses se dieron cuenta de que no solo estaban atrapados en estos pantanos, sino que la situación ha llegado a un punto en el que algunos de sus subalternos ahora se permiten tomar decisiones en su lugar.
La discordancia entre estos dos viejos Estados aliados se reveló cuando se canceló la visita del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, que tenía previsto viajar a Arabia Saudí a principios de septiembre, a fin de reunirse con Mohammad bin Salman y algunos funcionarios saudíes de alto rango. Discusiones sobre la situación en Afganistán, averiguar las capacidades de defensa saudíes, reunirse con comandantes estadounidenses en Riad y miembros de la embajada de Estados Unidos en la ciudad, conformaban algunos de los planes anunciados por el secretario de Estado de Estados Unidos durante su visita a Arabia Saudí; no obstante, de repente, Austin canceló su viaje a Riad en una decisión que, se afirmó, estaba relacionada con un problema de agenda, mientras que el secretario de Defensa de Estados Unidos había visitado Catar una semana antes y continuado su periplo por los Estados árabes del Golfo pérsico, visitando Baréin y Kuwait, pero cuando llegó el turno de Arabia Saudí, su viaje quedó inconcluso.
Aunque el Pentágono inicialmente justificó la cancelación del viaje de Austin, como una cuestión de agenda, según los expertos, no era más que una excusa para mantener su reputación intacta, puesto que tales reuniones se programan con semanas de anticipación y, en caso de emergencia, pueden posponerse uno o dos días, pero no se cancelan. Además, no figuraban encuentros preestablecidos en la agenda de Austin, no se observó ninguna urgencia y su homólogo saudí, Mohammad bin Salman, se hallaba en Arabia Saudí.
Por otro lado, para enviar un fuerte e inesperado mensaje a la parte estadounidense, Bin Salman se citó con Lenid Slotsky, presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma rusa, en Neom, donde se suponía que debía reunirse con el secretario de Defensa de Estados Unidos.
También parece que algunas tensiones recientes no han sido ajenas a la cancelación del viaje, unas tiranteces que se hicieron patentes en los nexos entre ambos países antes de la cancelación del viaje, concretamente, durante la retirada de Estados Unidos de Afganistán y al evacuar a las tropas, los empleados de la embajada y los refugiados afganos, los saudíes, a diferencia de otros países como Catar, los Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait y Jordania, que se convirtieron en un punto de tránsito para diplomáticos y ciudadanos estadounidenses, periodistas, extranjeros y refugiados afganos, no cooperaron de forma alguna con Estados Unidos en este proceso.
En líneas generales, las relaciones entre Washington y Riad han llegado a un momento crucial, y los funcionarios saudíes, que durante mucho tiempo han criticado la postura de la nueva Administración estadounidense sobre su país y hasta ahora expresaban su insatisfacción solo de manera informal, actualmente están enviando mensajes más fuertes y claros.
La escalada de esta divergencia en los asuntos regionales e internacionales ha sido tal, que los saudíes, desde Afganistán hasta El Líbano, se muestran reacios a alinearse con las políticas estadounidenses. Mientras tanto, los desacuerdos sobre el programa nuclear de Irán, los acontecimientos en Túnez y el caso de los uigures chinos han llenado de desacuerdos las posiciones de las dos partes.
Entre las tensiones que se produjeron después de que los demócratas asumieran el poder en Estados Unidos y no atendieran a Arabia Saudí, los saudíes orientaron su política hacia el Este, especialmente Rusia y China, en un momento en que Biden hacía todo lo posible para controlar a estos dos poderes.
Los saudíes están ampliando rápidamente sus relaciones comerciales y de defensa con el Este.
Empero, el golpe final y el motivo por el que Arabia Saudí, después de dos años de presiones por parte de Biden, no pudo aguantar, fue su reciente decisión de levantar el secreto de sumario de los documentos de inteligencia estadounidenses que contenían investigaciones secretas sobre los ataques del 11 de septiembre, que se llevarán a cabo en los próximos seis meses.
Los documentos preliminares publicados indican que Omar al-Bayumi, un empleado del consulado saudí en Los Ángeles, que supuestamente era un espía del servicio de inteligencia saudí, estuvo involucrado en el incidente y ayudó a los atacantes.
De acuerdo con un informe de Al-Mayadin respecto a este tema, los saudíes, insatisfechos con la decisión del Gobierno de Estados Unidos de revelar los documentos, negaron la veracidad de los datos que contienen los mismos exactamente cuando las relaciones entre Riad y Washington estaban tensas.
A pesar del énfasis de Estados Unidos en la centralidad de Arabia Saudí y su importancia como socio y aliado, la verdad es que ha habido un cambio de actitud hacia Arabia Saudí en Estados Unidos desde los ataques del 11 de septiembre, una cuestión que fue claramente planteada por el expresidente de Estados Unidos Barack Obama.
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