De acuerdo con los datos publicados por OCEANA, organización medioambientalista, el desastre se podría haber evitado si el barco no hubiera ignorado la advertencia del tsunami a lo largo de la costa del Pacífico, posterior a la erupción del volcán en Tonga.
La transnacional Repsol mintió, ya que en sus datos originales mencionaban un supuesto derrame limitado de 0,16 barriles de petróleo en un espacio de 2,5 metros cuadrados. Además, no contaba con un plan de contingencia para este tipo de emergencias. Muy distinto eran los 0,16 barriles a los 6 mil que finalmente llegaron al mar, destruyendo vidas y oportunidades laborales.
Este desastre ha provocado que un millón 739 mil metros cuadrados se hayan contaminado, según el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), perteneciente al ministerio Ambiental peruano, llevando la contaminación a dos áreas protegidas: la Zona de Reserva Ancón y los islotes pescadores del Sistema de Reserva de islas, y puntas guaneras, las que poseen diferentes especies de flora y fauna, protegidas por la legislación peruana, entre las que destacan la nutria marina y el pingüino de Humboldt, entre otras, las que de quedar expuestas al petróleo, mueren por hipotermia o por el crudo ingerido.
Tanto el Gobierno del presidente, Pedro Castillo, la entidad medioambientalista mencionada, organizaciones sociales y de pescadores peruanos, culparon directamente a la española Repsol por el desastre, y le han exigido rendir cuentas por haber causado estragos contra el ambiente y la economía local, lo que ha comprometido a la pesca de la zona, amenazando las fuentes laborales para los trabajadores del mar, desplegándose en 4 kilómetros de mar adentro ennegrecido, según el alcalde de Ventanilla, Pedro Spadaro.
En Perú se han efectuado en las provincias costeras manifestaciones contra la petrolera Repsol, viviéndose distintos episodios de molestia pública en las calles por un nulo plan de contingencia ante este derrame, que ha tenido una gran magnitud de perjuicio, empezando algunos voluntarios, sin mayor capacitación, a limpiar las áreas por su cuenta e intentar el rescate de los animales, los que tampoco reciben un tratamiento adecuado, según los estándares correspondientes a limpieza efectiva de los mismos, pudiendo cometer errores al hacer los barridos tóxicos.
La grave toxicidad a la que se ven expuestos los voluntarios, que no trabajan en las faenas coordinadas por el ministerio del Ambiente, es enorme, pudiendo tener secuelas graves sin una adecuada protección para manejos de tales residuos. En efecto, el 24 de enero de 2022, dos personas debieron ser hospitalizadas por causas relacionadas con el mega derrame y el manejo erróneo en escena. Repsol, por cuenta propia, ha desplegado a 1300 personas trabajando sin coordinación con las autoridades nacionales ni con el ministerio del Ambiente.
Como el petróleo estará meses flotando en el mar peruano, se amenaza la vida de la flora y fauna, así como la salud de las personas, y de paso, la destrucción de puestos laborales, por lo cual se ha decretado desde el gabinete 90 días de emergencia ambiental, a partir del pasado 15 de enero, por el presunto delito de contaminación ambiental, teniendo la Fiscalía nacional una investigación para indagar penalmente a Repsol por el mencionado delito.
Esto ha reflotado también el malestar en la selva peruana por el constante derrame de petróleo en dicho lugar, lo que se se ha venido repitiendo desde el año 2000, hechos que se han sucedido hasta 2019, en casi 500 episodios distintos, los que ahora se magnifican en una extensión de 231 estadios de fútbol.
Este desastre ambiental, que podría prolongarse durante semanas, ha sido catalogado por el presidente Pedro Castillo como “inadmisible”, ya que el vertido de los 6 mil barriles provoca una profunda crisis en las costas del país.
La más afectada ha sido Playa Cavero, ubicada en el distrito de Ventanilla, al norte del puerto de Callao, cerca de Lima, capital peruana. En efecto, la marea se ha extendido a las playas de los distritos de Ancón, Santa Rosa y Chancay, muriendo miles de aves marinas como cormoranes grises, lobos marinos, nutrias marinas, pingüinos de humboldt, y entre otras especies, aves como el zarcillo, guanay y los piqueros, confirmó el ministerio del Ambiente de Perú.
Para contrarrestar de forma oficial este perjuicio, el Gobierno peruano anunció el reclutamiento de voluntarios para limpiar la costa y el litoral, para lo cual capacitará a los equipos de voluntarios, de manera que intervengan con seguridad y apliquen las medidas sanitarias adecuadas, confirmó la jefa de gabinete Mirtha Vásquez, buscando minimizar los impactos del derrame del desastre ecológico a partir de estas acciones.
En lo penal y judicial, Perú exigió a la transnacional española Repsol “resarcir” los daños por este derrame, el que a través de las corrientes marinas se ha expandido, teniendo el sector de la Pampilla la capacidad de procesamiento de 117 mil barriles diarios en pos de hacer frente al peor desastre ecológico en la historia reciente del país andino, lo que ha dañado más de mil 800 kilómetros cuadrados de zona protegida, que incluye animales y plantas marinas.
Es tal la filtración del crudo, que se desplaza hasta las áreas de la reserva nacional de Islas, Islotes y Puntos Guaneros en sus 512 hectáreas, y la Zona de Reserva de Ancón, que posee 1758 hectáreas, de acuerdo con el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado. En total, hay 22 islas y 11 puntos afectados por la contaminación marina.
Se calcula que el petróleo podría estar meses en el mar, mientras el Gobierno ha pedido ayuda internacional a la ONU para hacer frente al derrame en 21 playas afectadas, lo que equivale a 320 canchas de fútbol, pero dañadas.
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