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Estados Unidos Va Exportando la Rusofobia

Segundopaso – La reciente crisis desatada en Ucrania por Estados Unidos y su satélites, en contra de Rusia, se lanza desde Occidente a partir de una histeria que se busca instalar en distintos públicos por medios de comunicación comerciales o corporativos a través de la negación de los derechos ancestrales, culturales y políticos de la población rusa de Donbás, y las repúblicas de Lugansk y Donetsk, así como contra la población de la Federación Rusa.

Estados Unidos se ha empeñado en echar leña al fuego insistiendo con una supuesta invasión rusa, la que es negada por Moscú en declaraciones de su canciller, Serguei Lavrov, quien dijo “no queremos la guerra”.

 

A través de la decisión política directa del presidente norteamericano, Joe Biden, su país desplegaría 8 mil 500 soldados en Ucrania, pese a que no existe un consenso dentro del propio gobierno estadounidense.

 

Con estos antecedentes, lo único que desencadenaría un conflicto podría ser un ataque de falsa bandera para justificar una apertura del fuego, pues lo que busca Estados Unidos en esta escena es crear las condiciones bélicas en favor de su retórica, lo que evoca a 1962, año de la denominada “crisis de los misiles”, por la que Estados Unidos estuvo a punto de iniciar una guerra atómica con la entonces Unión Soviética.

 

Medios como el canal alemán, Deutsche Welle incluso hacen interpretaciones más temerarias y sin verificadores, catalogando de peligrosas las conversaciones e intercambios militares entre Nicaragua y Rusia, que se enmarcan en los acuerdos y convenios normales entre dos naciones con vínculos diplomáticos.

 

Estas pautas en las que incurren los medios de comunicación comerciales tienen directa relación con los partes emitidos por el espionaje norteamericano, validados desde plataformas mediáticas corporativas que lucran con el amarillismo o sensacionalismo, factor impactado por el propio presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, quien ha advertido sobre este dejo sensacionalista, al expresar “En Occidente crean la impresión de que mañana habrá una guerra en nuestro país, pero no es así y no necesitamos ese pánico”, sostuvo.

 

Sin embargo, las tropas que envíe Estados Unidos a Ucrania buscarán de seguro roces con los independentistas de Luganks y Donetsk, lo que podría desencadenar un conflicto mayor, tal como Washington lo ha hecho en otros países donde ha invadido e intervenido, entre otros, Irak y Afganistán.

 

La figura de la invasión, promovida por Estados Unidos, ha generado pánico y ha impactado en las finanzas internas de Ucrania, saliendo el presidente Zelensky a bajar el perfil a una escalada mayor en contra de esta especie de mantra reiterado por medios norteamericanos como la CNN, que constantemente nos recuerdan una supuesta invasión rusa contra Ucrania, por lo cual se han fugado más de 12 mil 500 millones de dólares, desde este país.

 

Todos estos supuestos, impulsados por este tipo de prensa belicista, que promueve las noticias falsas desde el sensancionalismo, se relaciona con la rusofobia promovida desde Estados Unidos y Europa. En efecto, han sido los mismos servicios de inteligencia de Ucrania quienes han descartado el despliegue o movilización de tropas o grupos de asalto rusos, descartando las tesis sostenidas por la CNN.

 

Jen Psaki, portavoz de la Casa Blanca, dijo que detectaron “acciones agresivas y preparaciones” de Rusia, declaraciones caprichosas que van de la mano con la tradición injerencista e intervencionista de los Estados Unidos, país que siempre ha recurrido a estas argucias en su historia para justificar invasiones o guerras, como el recordado triste papel de las falsas armas de destrucción masiva iraquíes, lo que se repite en Ucrania con el mismo guión de la amenaza, esta vez, contra Rusia, ocultando su objetivo de boicotear el funcionamiento del gasoducto ruso del Nordstream que transita por estos territorios hacia Europa, recurriendo EE.UU a sofismas y falacias para resolver una situación a su favor, y en favor de la industria bélica.

 

Adjunto a estos hechos, se monta el show mediático como el de la evacuación de los diplomáticos estadounidenses, británicos y canadienses en este nuevo capítulo de histeria comercial norteamericana, buscando intimidar a Kiev. A este respecto, el ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov se preguntó si los norteamericanos saben algo que los rusos no sabían.

 

Estados Unidos ha enviado 81 toneladas de municiones de distintos calibres, confirmado por el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, quien dijo que este envío cuenta con el visto bueno de Joe Biden, cuyo gobierno despachó 200 millones de dólares a Ucrania, lo que incluye, misiles antitanque portables Javelin, armas antitanque extras, lanza granadas y distintas municiones.

 

De momento, Kiev ha desmentido las noticias falsas de la CNN, medio que dio a conocer con gran irresponsabilidad los supuestos movimiento de tropas rusas, siendo desmentido por los gobiernos de Ucracia y de Rusia; una desinformación histérica y sensacionalista basada en especulaciones, según el portavoz ucraniano, Serguéi Nikíforov.

 

Nikíforov manifestó “pedimos tratar cada pieza de información con la mayor responsabilidad posible y publicar solo datos cuidadosamente verificados”, declaraciones vertidas a la luz de la conducta reprochable y antiética de la CNN, y de otros medios, como la alemana DW. Incluso, CNN ha mostrado en sus pantallas a Járkov como parte de territorio ruso, lo que ha sido repetido por otros medios como TVN, de Chile.

 

Lavrov, el canciller ruso, dijo “no habrá guerra por lo que depende de Rusia”, agregando que tampoco los intereses y los derechos de los rusos deben ser violados descaradamente, teniendo el derecho a mover sus tropas como lo requieren y necesiten en su propio territorio.

 

Lavrov ha agregado que Estados Unidos busca utilizar al presidente ucraniano Volodimir Zelensky para azuzar las tensiones con Rusia, por lo que EE.UU puede pedir garantías para que Kiev cumpla con los acuerdos de Minsk, en el plano de querer debatir lo de Donbás frente a lo que debe recurrir al Grupo de Contacto Trilateral, integrado por Rusia, Ucrania y la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, en pos de abordar la situación entre Kiev y los independentistas de Donetsk y Luganks.

 

En febrero de 2014 se produjo un violento cambio de gobierno en Ucrania, país que emprendió en abril de ese mismo año una cruenta operación de tierra quemada contra Donetsk y Luganks, a objeto de invalidar la proclamación de dos repúblicas independientes en la zona de Donbás, compuesta por población rusa.

 

Se suponía que los acuerdos de Minsk iban a resarcir el conflicto en esa zona, pero solo ha derivado en tensión y en más roces, debiendo Rusia mover sus tropas a su discreción, según sus intereses e independencia respecto de los avances de la OTAN.

 

Ya anteriormente se ha visto cómo Estados Unidos ha invadido Irak, parte de Siria y Afganistán, países donde se ha asentado ilegalmente, sin que existan resoluciones de la ONU o de los propias naciones ocupadas para invitarles.

 

 

La hipocresía occidental se palpa en programas televisivos como “A Fondo” de la DW, donde plantearon excluir del sistema de pagos Swift a Rusia y aumentarle las sanciones norteamericanas, lo que solo haría incrementar el conflicto. Este es el tipo de construcción de realidades a partir de panelistas que obedecen a los criterios de la OTAN y de sus circuitos bélicos.

 

En Rusia surgen voces que presentaron un anteproyecto parlamentario para reconocer a las repúblicas populares de Donetsk y Luganks, en pos de garantizar la seguridad y protección de sus pueblos ante las amenazas externas y la política de limpieza étnica que practica Ucrania.

 

Alemania hace un flaco favor a la situación en Ucrania, pues se ha lanzado a la cacería contra medios no hegemónicos como RT en idioma alemán, bloqueándolo en Youtube y bloqueando su señal, al cancelar la membresía satelital de Eutelsat 9B por medio del regulador de medios de Alemania. Además ha investigado a RT si contaba con la correspondiente licencia y sus credenciales, lo que se aleja de la libertad de prensa, de opinión y del libre periodismo internacional.

 

Manuel Arismendi

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