Opinión

Costa Rica: Atravesar el largo y hostil desierto del neoliberalismo

ENTREVISTA REALIZADA POR JESSICA PERNIA

Segundo Paso para Nuestra América.-En la primera ronda electoral del pasado 06 de febrero en las Elecciones Generales de Costa Rica, el desinterés en el sistema electoral y el rechazo a las opciones de los diferentes partidos políticos, dio al traste con un porcentaje de abstención superior al 40%. En la segunda ronda convocada para el 03 de abril de 2022, la contienda queda entre el Partido Liberación Nacional (PLN) y el Partido Progreso Social Democrático, fuerzas de derecha que parecen capitalizar el descontento. En este contexto, parece que el pueblo costarricense tendrá que atravesar el largo y hostil desierto del neoliberalismo, conforme la izquierda tendrá que resistir, dar la lucha parlamentaria, acompañar en las calles y prepararse para estar en condiciones de disputar el poder político en las elecciones presidenciales de 2026. Sobre esto conversamos con el comunicador Social y Defensor de Derechos Humanos costarricense, Allan Barboza-Leitón, quién profundiza sobre la realidad de Costa Rica y los desafíos del porvenir.

Jessica Pernía: Costa Rica parece una de las naciones más estables de América Latina por sus aparentes rasgos sólidos en lo político, lo económico y lo social. Se le ubica como una sociedad desmilitarizada y con una amplia clase media. Políticamente incluso, algunos autores han caracterizado al país como la “democracia electoral más madura de los países latinoamericanos”, a pesar de que ha gobernado predominantemente la socialdemocracia y tradicionalmente el liberacionismo. ¿Es cierto este panorama? ¿Qué pasa realmente en Costa Rica?
Allan Barboza-Leitón: No es exagerado decir que la estabilidad socio-política de Costa Rica está en peligro. Los niveles de pobreza han llegado a dispararse hasta superar el 25% de la población en tiempos recientes (con cierta recuperación en la medida en que se ha ido superando lo peor de la pandemia) y según datos del mismo Banco Mundial, para el año 2013 Costa Rica ya se ubicaba entre los 10 países más desiguales del planeta.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), club de países ricos al que Costa Rica recién se incorporó, la tendencia de la desigualdad en el país no ha hecho sino empeorar en años recientes. De modo que las cosas no son necesariamente como las pintan. En la Costa Rica de hoy hay mucha gente que pasa hambre. Se sigue proyectando la imagen de una Costa Rica ecológica, pacífica, sin ejército, “pura vida” por supuesto, pero la explicación está en el interés de atraer capital extranjero y turistas. Solamente se necesita comparar la inversión anual en seguridad con la inversión anual en educación o en salud para entender cuáles son las verdaderas prioridades de los sectores dominantes en el país.

En cuanto a la Costa Rica sin ejército, y disculpa que me detenga acá, la militarización de los cuerpos de seguridad costarricenses es evidente. En el año 2011 el canciller de la entonces presidenta Laura Chinchilla, del Partido Liberación Nacional, manifestó la intención de incrementar el presupuesto de seguridad para poder crear un aparato policial similar al chileno, o como lo dijo él en su momento: un ejército pero que no se llame ejército (https://www.nacion.com/archivo/canciller-castro-ve-necesario-reconsiderar-tradicion-pacifista/2GYYALE37VERJEPLBXPMZFQJMI/story/ ). Y ese objetivo se ha venido cumpliendo a cabalidad y aceleradamente.

El actual jefe de la fuerza pública costarricense es egresado de la Escuela de Carabineros de Chile, y no es el único alto mando policial con formación militar. Las fuerzas policiales de nuestro país reciben entrenamiento constante por parte de las fuerzas policiales y militares de Colombia, de Chile, de Israel, con el patrocinio del Comando Sur del Ejército de los EEUU, solo por mencionar algunos casos. Todos con un vergonzoso currículo en materia de violaciones a los derechos humanos. Se han creado numerosos cuerpos especializados como la policía de frontera, los comandos de operaciones especiales o los temidos “Linces”. Y ya en el año 2020 pudimos ver a algunos de estos cuerpos policiales en acción, durante las protestas que estremecieron al país en plena pandemia. Es un tema importante porque los avances neoliberales vienen aparejados con un perfeccionamiento de los aparatos represivos.

En el tema de militarización el guión ha sido el de siempre: con el pretexto de frenar el aumento de la criminalidad y de la inseguridad, que son producto del descalabro del sistema, se exhorta a la población a ceder derechos a cambio de una falsa sensación de seguridad. El resultado es un país cada vez más militarizado, con fuerzas que tarde o temprano se utilizarán para reprimir al pueblo. Y con una inseguridad siempre en aumento, con el país tomado por los carteles de la droga y con el narcotráfico penetrando hasta en los más altos niveles del gobierno. El Partido Acción Ciudadana, actualmente en el poder y que prácticamente desapareció después de estas elecciones, tiene una enorme responsabilidad en la militarización de la policía de nuestro país

(https://www.vozdeamerica.com/a/costa-rica-luis-guillermo-solis-estados-unidos-barack-obama/3476052.html ).

Ahora bien, el comportamiento de la población en la reciente primera ronda electoral está reflejando precisamente ese desastre que se vive en lo económico y en lo social, también en lo moral. Y esos indicadores socioeconómicos en franco deterioro son la consecuencia directa del avance de las políticas neoliberales y el desmantelamiento paulatino del estado de bienestar.
No se puede perder de vista que en el caso de Costa Rica el modelo neoliberal no se había podido imponer a una mayor velocidad debido a la resistencia del pueblo costarricense. Tras la aprobación del TLC con los EEUU en el año 2007, ese modelo ha conseguido avanzar y se ha ido consolidando. A eso hay que sumar por supuesto, los efectos de una crisis fiscal que estalló poco antes de la llegada de la pandemia, y el tremendo impacto de la pandemia misma en la economía del país.

Costa rica está actualmente atravesando una situación compleja, una especie de tormenta perfecta, en la que se mezclan muchos factores, entre ellos la crisis del modelo neoliberal, la radicalización de una sociedad cansada de promesas y engaños, la acumulación de grandes frustraciones y enojos por parte de amplios sectores de la sociedad, un recambio generacional marcado por una severa crisis educativa y la falta de oportunidades laborales y de realización personal, así como la aparición de figuras autoritarias que vienen a poner en jaque al modelo de partidos, con discursos de orden, libertad y mano dura.

Poco antes de la elección estallaron dos casos de corrupción de grandes magnitudes, que involucraron tanto a funcionarios públicos como a empresarios, que fueron bautizados por las autoridades judiciales como “Caso Cochinilla” y “Caso Diamante”. Y poco antes de eso se había destapado el vínculo entre varios diputados de la República y alcaldes municipales con miembros del crimen organizado y narcotraficantes. Creo que la palabra “hartazgo” es la que mejor define el ambiente que se respira en el país actualmente.

SPNA: Justamente, en una encuesta realizada durante noviembre de 2021 por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica, el 27% de los encuestados costarricenses dejó claro que consideran a la corrupción el principal problema político del país, quedando en un segundo lugar el desempleo con 20%, el costo de vida y situación económica con 17%, la mala gestión del gobierno con 11%, la pobreza con 5,8%, y la pandemia mundial por COVID-19 con 4,7%. Con estos datos de abreboca ¿Consideras que Costa Rica enfrenta entonces una crisis del pretendido Estado de bienestar liberal?

ABL: Costa Rica está por dar el paso para pasar de una etapa de debilitamiento de las instituciones estatales, a una etapa de desmantelamiento de las instituciones que dan forma al estado de bienestar, tal y como lo conocemos actualmente. No es algo nuevo. Como te decía antes: el proceso de imposición del modelo neoliberal empezó allá por el año 1982, con la administración liberacionista de Luis Alberto Monge Álvarez, y no hizo sino profundizarse desde entonces. Lo que pasa es que el pueblo costarricense organizado se constituyó en un dique de contención frente a los planes de ajuste estructural del FMI, implementados por los dos partidos tradicionales de la época (socialcristianos y socialdemócratas), con sendas huelgas o movimientos callejeros que lograron frenar el ritmo del avance de dichos planes.

Tras la derrota del campo popular en el año 2007, cuando el presidente liberacionista Oscar Arias Sánchez consiguió finalmente la aprobación del TLC entre Costa Rica y los EEUU, la imposición del modelo neoliberal se profundizó, con su consecuente deterioro en la calidad de vida de la población. Y lo que vamos a ver ahora es una vuelta más de la tuerca neoliberal.

Los movimientos sociales y sindicales del país están debilitados. Por un lado, han sido muy desprestigiados en el imaginario popular gracias a las campañas de los medios privados de comunicación y su ataque constante contra “lo público”, y por otro lado, la aprobación reciente de una ley anti huelgas les ha dificultado su accionar. Hay también un descuido en la manera gremialista de dar sus luchas, que les ha alejado de las reivindicaciones del grueso de la población. Las izquierdas costarricenses siguen estando muy dispersas.

Cuando uno recorre el país es palpable el aumento de la pobreza, el desempleo y la informalidad, la violencia y la inseguridad. La penetración del narcotráfico en todos los ámbitos de la vida cotidiana del país es innegable. Hay una creciente desigualdad y lo que es más grave, una fermentación de la cultura del egoísmo, del individualismo, que en buena medida ha determinado el comportamiento social frente a muchos de los problemas que enfrentamos, con la lógica del “sálvese quien pueda”. La crisis fiscal acumulada, la decisión de hacerle frente con medidas regresivas y recortes brutales en el  gasto social, así como con la negociación de un préstamo del FMI a cambio de un paquete de leyes lesivas al interés de la población, han profundizado aún más el problema.

La pandemia por COVID19 vino a empeorar las cosas en términos económicos, a un nivel nunca antes visto. Si a eso le sumas una despolitización generalizada, el “analfabetismo político” de amplias capas de la población costarricense que aún no comprende lo que significa el modelo neoliberal, puedes explicarte el por qué la gente no conecta lo que sufre cotidianamente con las propuestas económicas de los candidatos en disputa.

Mucha gente no entiende, por ejemplo, el riesgo que corren instituciones tan valiosas como la Caja Costarricense de Seguro Social, que es la institución emblema del estado de bienestar que se pretende desmantelar con las políticas neoliberales. Lo irónico de todo esto es que han sido precisamente instituciones como ésta las que nos han permitido hacerle frente exitosamente a la emergencia sanitaria que se generó con la llegada del coronavirus.

SPNA: El desinterés en el sistema electoral y el rechazo a la pugna entre las opciones de los diferentes partidos políticos, que proyectaron más de 25 candidatos a las presidenciales, dio al traste con un porcentaje de abstención superior al 40% en las elecciones generales del pasado 06 de febrero de 2022, que se atribuye precisamente al desgaste del sistema de partidos políticos y a la crisis del Estado de Bienestar Liberal que venimos conversando, ¿cuál puede ser el significado de los resultados? ¿cuál es el panorama para la segunda ronda electoral del 03 de abril?

ABL: ¡Y en las zonas costeras y fronterizas del país el abstencionismo superó el 50%! Las regiones más empobrecidas, más abandonadas y más apetecidas por el narcotráfico y el crimen organizado se resistieron a participar. Nuestro país es en realidad dos países en uno, y cada vez resulta más difícil ocultarlo. Existe la Costa Rica pero también existe la Costa Pobre. Hay un hartazgo generalizado, un enojo y una sensación de orfandad que va tomando tintes históricos. Ese es un caldo de cultivo peligroso para la democracia.

Tal y como se esperaba, los resultados nos hablan de una derecha que a pesar de ser la causante de la crisis y a pesar de estar dividida en al menos 3 corrientes (pentecostales de extrema derecha, liberales de extrema derecha y neoliberales), ha logrado capitalizar el descontento. Tendrán 51 diputaciones de las 57 diputaciones posibles en la Asamblea Legislativa. Y a pesar de que participaron 25 partidos políticos en la contienda electoral estaremos ante la asamblea legislativa menos dividida de los últimos años: 6 fracciones legislativas. Las dos opciones que pasaron a la segunda ronda lo hicieron con poquísimos votos, y todo parece indicar que sea quien sea el que gane la elección, tendrá un mandato débil y no contará con el beneplácito de la mayoría de los costarricenses.
Peso, primero es necesario hacer algunas caracterizaciones y dar algo de contexto: a la segunda ronda pasaron los candidatos José María Figueres Olsen, del Partido Liberación Nacional, y Rodrigo Chaves, del Partido Progreso Social Democrático.

José María Figueres Olsen es uno de los hijos del caudillo de la socialdemocracia costarricense, José Figueres Ferrer. Don Pepe, como se le conocía al viejo Figueres, fue uno de los creadores del estado de bienestar que su hijo José María, se afanó en desmantelar cuando fue presidente de 1994 a 1998. Figueres Olsen, el hijo del caudillo, es una figura muy polémica y genera un fuerte rechazo en la población costarricense. Según un sondeo del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica, para abril de 2021 el candidato Figueres generaba un rechazo del 70% de los electores empadronados.

Figueres es graduado de la Academia Militar de West Point y también recibió formación militar en la zona del canal de Panamá.  En los años 90, cuando Figueres se perfilaba como el candidato liberacionista para las elecciones de 1994, fue publicado un libro en el que se le acusaba de haber asesinado extrajudicialmente al narcotraficante José Joaquín Orozco Solís, alias “Chemise”, en un ajuste de cuentas. Según testigos, el joven Figueres sacó a “Chemise” de la cárcel, en mitad de una noche a inicios de los años 70, para asesinarlo y dejarlo abandonado en una zona alejada de la capital y de difícil acceso. Dicha acusación terminó en un juicio del que el entonces candidato presidencial salió bien librado.

Durante su primer mandato, Figueres Olsen cerró la empresa estatal de ferrocarriles y también el Banco Anglo, uno de los bancos estatales más importantes para la época. Implementó el tercer Plan de Ajuste Estructural de la mano de los organismos financieros internacionales y liberalizó la banca, echando por tierra la nacionalización bancaria que había sido obra de su padre.

Además reprimió brutalmente duramente una huelga de educadores, tras una polémica reforma de la ley de pensiones del magisterio nacional. En el año 2004 Figueres se vio envuelto en otro escándalo, esta vez de corrupción, tras haber recibido 900 mil dólares por una “asesoría” a la empresa transnacional ALCATEL, escándalo que involucró a varios altos funcionarios del Partido Liberación Nacional y a la empresa estatal de energía eléctrica y telecomunicaciones del país. Tras varios años radicado en Suiza, y una vez que prescribió el supuesto delito, regresó a Costa Rica y comenzó a trabajar pacientemente para conseguir la candidatura a la presidencia por el Partido Liberación Nacional. Más recientemente ha estado involucrado en una agria disputa familiar, que involucra a su hermana Christiana y a sus sobrinos, en torno a la herencia de su madre.

Rodrigo Chaves, por otro lado, es un candidato “nuevo”, al igual que su partido. Graduado en economía en la Universidad de Ohio, fue funcionario del Banco Mundial durante 20 años, y trabajó también durante varios años para diferentes entidades bancarias a nivel internacional, así como para la USAID. Fue ministro de Hacienda de la actual administración durante 184 días, tras los cuales renunció por diferencias en el manejo de la crisis fiscal por parte de la actual administración.

En el año 2019 trascendió a la prensa nacional que Chaves había sido sancionado por el Banco Mundial tras ser denunciado por hacer “insinuaciones sexuales” y por mantener un “patrón de comportamiento inapropiado no deseado” en contra de al menos dos subalternas suyas, entre los años 2008 y 2013. Los testimonios de las denunciantes hablan de “avances e insinuaciones sexuales no deseadas, miradas lascivas, invitaciones sociales no deseadas y preguntas sobre relaciones personales y comentarios sobre la apariencia física” así como insinuaciones (él dice que fueron “chistes”) sobre hacer orgías con 6 especies distintas de animales

(https://www.wsj.com/articles/world-bank-mishandled-sexual-harassment-claims-internal-tribunal-says-11634554802?mod=e2tw

https://radios.ucr.ac.cr/2021/10/doblecheck/banco-mundial-si-describio-acciones-de-rodrigo-chaves-como-acoso-sexual/).

Hace pocos días la exesposa de Chaves hizo públicos los documentos de su divorcio, en el que se pueden ver algunos poemas, escritos de puño y letra por el ahora candidato. Uno de ellos dice: “DIOS HIZO LA MUJER DE LA COSTILLA DEL HOMBRE, POR LO TANTO, EL HOMBRE TIENE EL DERECHO DE ROMPERLE LAS COSTILLAS A LA MUJER.”

La candidatura de Rodrigo Chaves ha generado una ola de indignación en los movimientos feministas costarricenses, sin embargo, en un país con una cultura machista bien afincada y con alarmantes datos en materia de violencia de género, pareciera que dichas acusaciones no han hecho mella en sus posibilidades de ganar la presidencia. Y aunque los serios cuestionamientos que se le hacen por sus conductas misóginas y autoritarias son ya de por sí suficientemente graves como para encender todas las alarmas, lo más preocupante es quizá su plan de gobierno y las posibles alianzas que se están tejiendo en torno a su candidatura para hacer frente a la segunda ronda electoral.

El plan de gobierno de Chaves tiene alrededor de 25 páginas, casi no tiene propuestas concretas y no ha dicho cómo llevará a cabo sus promesas de campaña. No ha revelado quienes formarán parte de su tren de gobierno, ha mantenido en estricto secreto el origen de la financiación de su campaña y ha venido tejiendo alianzas con personajes tan peligrosos como el populista de derechas Juan Diego Castro, el ex candidato de la extrema derecha condenado por corrupción, Otto Guevara, y la ex diputada libertaria Natalia Díaz.

Una de sus propuestas es la de gobernar por medio de referéndums en caso de que el congreso obstaculice sus planes (la bancada de Rodrigo Chaves será de 9 diputaciones). Y su ficha estrella, la experiodista y ahora diputada electa Pilar Cisneros, ha insinuado que tal vez sea necesario hacer modificaciones al ordenamiento jurídico vigente para poder llevar a referéndum temas de derechos humanos, tales como el de la eutanasia o el aborto, algo expresamente prohibido por la constitución actual

(https://tse.go.cr/2022/pdf/candidaturas/ProgresoSocialDemocratico/PROGRESO%20SOCIAL%20DEMOCRATICO-PLAN%20DE%20GOBIERNO-22-10-2021.pdf?zoom_highlight=plan+de+gobierno )

Todo parece indicar que durante los próximos 4 años Costa Rica profundizará el modelo económico que nos tiene precisamente en el lugar en el que estamos, quizá de la mano de un gobierno autoritario y populista de derechas.

SPNA:  Tal como mencionas, parece que la radicalización de derecha definitivamente se profundiza con el resultado que electoral reciente que deja la pugna presidencial entre fuerzas socialdemócratas del Partido Liberación Nacional (PLN) y del Partido Progreso Social Democrático. Un porcentaje bastante menor tuvo el izquierdista Frente Amplio y su candidato José María Villalta, que quedó descartado para la segunda ronda. ¿Qué pasa con el movimiento y la lucha de la izquierda en Costa Rica? Después de estos resultados, ¿cómo pinta su porvenir y el porvenir del país?
Primero, hay que aclarar que el Partido Liberación Nacional dejó de ser socialdemócrata hace décadas. Es un partido neoliberal. Lo mismo aplica para el recién formado Partido Progreso Social Democrático, que de social demócrata solo tiene el nombre, y en realidad se ubica más a la derecha incluso que el Partido Liberación Nacional. La disputa es entre dos partidos de derecha que seguirán aplicando, con algunos matices, el modelo neoliberal en Costa Rica.

El resultado electoral para la izquierda más bien, fue moderadamente positivo: pasó de 1 diputado a 6 diputaciones, y consiguió poco más del 8% de los votos en la contienda presidencial. Para la izquierda, son datos históricos. Sin embargo, en esta ocasión fueron resultados más modestos que los obtenidos en la elección del año 2014, cuando el Frente Amplio consiguió 9 diputaciones y obtuvo el 17% de los votos en la contienda presidencial, también con José María Villalta como candidato. Definitivamente la figura de Villalta ha sido fundamental para el Frente Amplio, lo cual es a la vez una fortaleza y una debilidad.

Villalta es joven, tiene 44 años y esta fue su segunda candidatura presidencial. Me parece que podría ser una figura muy importante en las elecciones de 2026, sin embargo sus posibilidades y las posibilidades del Frente Amplio en el futuro, pasan por hacer un trabajo legislativo sin peleas intestinas ni divisiones, alejado de los escándalos de corrupción. Proponiendo, denunciando, señalando y maniobrando en una asamblea legislativa que será muy difícil, dada su composición. Tendrán además una responsabilidad pedagógica muy grande. Es un gran reto. Villalta ha prometido tener una presencia constante de acompañamiento y asesoría de los nuevos diputados y diputadas, lo cual será vital.

Pero más allá de lo parlamentario, el futuro del Frente Amplio dependerá de la capacidad que tenga de desarrollar un profundo, constante y sostenido trabajo de formación política, así como una disputa territorial y acompañamiento a las luchas populares, especialmente hacia las poblaciones más vulnerables fuera del valle central. La falta de presencia en el territorio es una de las debilidades del Frente Amplio, al que se deberá prestar especial atención de cara a lo que se viene.

La capacidad de incorporar las demandas de la juventud y de las mujeres, de los colectivos LGTBIQ+ y de los sectores ambientalistas ha sido una de sus fortalezas, pero me parece que tienen una gran cuota de responsabilidad en la búsqueda de acuerdos con otras fuerzas progresistas y de izquierda, en la búsqueda de acumular fuerza y sumar voluntades.

Por último, el tema de la construcción y perfeccionamiento de las herramientas y estrategias de comunicación popular, echando mano de la tecnología pero también regresando a las estrategias de comunicación directa, cara a cara, con el pueblo costarricense, es algo que adquiere una importancia estratégica para el Partido Frente Amplio. Al ser un partido débil en lo territorial es también más vulnerable frente a las campañas de miedo lanzadas por los grandes medios.

Una de las explicaciones del por qué José María Villalta no logró colarse en la segunda vuelta electoral pasa por comprender el tema de la guerra mediática en su contra. En la última etapa de la contienda los medios se volcaron a confundir al electorado. Atacaron a Villalta acusándolo de querer poner más impuestos, de querer destruir el régimen de zonas francas, de querer acabar con los inversores turísticos, de ser el representante del “castro-chavismo-orteguismo” en Costa Rica, luchas que se han estigmatizado para asustar a la población costarricense.  Toda una campaña dirigida principalmente a los sectores de clase media. El anticomunismo y la campaña de miedo pesaron más, incluso, que temas tan sensibles como el de la corrupción o el de la violencia de género. Esa es una batalla que se libra en lo simbólico, en la comunicación. Si el Frente Amplio se lo propone, podría neutralizar esas campañas en el futuro, pero deberá trabajar muy duro en eso.

El Frente Amplio no ha llamado a votar por ninguno de los dos candidatos que disputarán la segunda ronda. En mi opinión personal sería un error llegar a componendas con cualquiera de los dos candidatos, pienso que los esfuerzos deberían enfocarse en ser una oposición de izquierda a la altura de las necesidades del país y en ganarse el favor de la población para ganar las elecciones en el 2026. Habrá que esperar un poco más para ver si la dirigencia del Frente Amplio decide negociar su apoyo de cara a la segunda ronda.

En cuanto al país, todo parece indicar que habremos de atravesar el largo y hostil desierto del neoliberalismo. Sin embargo, la correlación de fuerzas es diferente ahora, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Difícilmente se puedan resolver los graves problemas que tenemos utilizando las mismas fórmulas que los han causado. Habrá que resistir, dar la lucha parlamentaria, acompañar en las calles y prepararse para estar en condiciones de disputar el poder político en las elecciones presidenciales de 2026. Hay mucha incertidumbre, falta mucho todavía, pero creo que será posible.

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