El hecho de fondo es que EEUU ha respondido al reto del socialismo del Siglo XXI y a la emergencia de formidables movimientos obreros, campesinos, indígenas, negros, de mujeres y de la economía popular, en ascenso en todo el continente desde fines de la década de 1980, con un renovado Imperialismo para el Siglo XXI”.
Este es un adelanto del libro "El nuevo Plan Cóndor: geopolítica e imperialismo en América Latina y el Caribe” Interesante obra que todo ciudadano debe conocer En sus doscientas cincuenta y cuatro páginas, participan veinte autores y autoras de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, Haití y Venezuela sistematizan estas nuevas dinámicas de intervención a partir de casos concretos, quienes esperan que el conocimiento de estos procesos contribuya al debate de la intelectualidad crítica, tanto aquella que habita los ámbitos académicos como la que no, y en general, a la reflexión sobre las características de la guerra híbrida en un continente sin guerras declaradas oficialmente; un fenómeno que afecta directamente la vida de nuestros pueblos.
Nuevas doctrinas y estrategias de intervención
A lo largo de su historia como república imperial, EEUU, ha desarrollado doctrinas y corolarios imperialistas que han expresado una serie de justificaciones económicas, geopolíticas, filosóficas y hasta religiosas para su expansionismo. La Doctrina Monroe-Adams y el llamado Destino Manifiesto son apenas dos de las más conocidas, pero no las únicas. Estas doctrinas y corolarios han encontrado también su correlato estratégico en diferentes paradigmas de lo que EEUU llama su “seguridad nacional”, que son realmente “doctrinas de intervención” o de “contrainsurgencia”.
Según Lautaro Rivara y Fernando Vicente Prieto, coautores de la obra, desde hace dos siglos, EEUU ha desplegado una consistente política de control hemisférico, desde Alaska a la Patagonia, e incluso con proyección hacia la Antártida. Si bien hay estrategias geopolíticas de largo aliento, durante las últimas décadas se han producido cambios trascendentales en las formas y en los métodos de intervención.
Plan Cóndor I
En el último tercio del siglo XX, EEUU, articuló, dirigió, respaldó, legitimó, una serie de dictaduras militares en todo el continente, configurando así una orientación “clásica” de la Guerra Fría. La articulación de los gobiernos derechistas en América del Sur para detener, torturar y asesinar personas el “Plan Cóndor” fue respaldado por la CIA y el Pentágono, que asesoraron a los dictadores. Se trató de una operación que alcanzó la coordinación incluso con dictaduras de América Central, (Calloni 2016).
Este paradigma de intervención dominante, conocido como guerra de “guerra asimétrica”, implicaba la confrontación entre fuerzas convencionales (ejércitos regulares nacionales o fuerzas regulares de ocupación) contra fuerzas insurgentes (formaciones guerrillas, organizaciones político-militares de todo tipo, etc.). De ahí la doctrina del “enemigo interno” común a las políticas de terrorismo de Estado articuladas en lo que se conoció como el Plan Cóndor, cuando el Pentágono, asesoró y articuló a su servicio a las dictaduras militares de América del Sur, en las décadas de 1970 y 1980, e incluso la idea del “enemigo difuso” tan utilizada para justificar las guerras en Oriente Medio a partir de la década de 1990.
Hoy, ante un nuevo estado de situación, aquella orientación se reedita, utilizando aún más instrumentos de intervención, pero de manera más opaca y fragmentaria. A la fecha apenas si tenemos algunos indicios y lecturas parciales de lo que sin dudas son líneas maestras de la política imperial para la región. Es a esta política a la que diversos líderes del continente han denominado como el “Nuevo Plan Cóndor”.
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