A continuación un extracto de su pensamiento en cuanto a los cuatro tipos de actores sociales, que los considera particularmente dinámicos y significativos en el continente: los movimientos indígenas y campesinos, donde las luchas por la tierra son muy tensas; los movimientos por la democratización, donde los desafíos más grandes son el acceso a la información, y la complicidad entre élites políticas, económicas y los medios; las luchas por la educación, protagonizadas por estudiantes, profesores e, incluso, por iniciativas de la sociedad civil y de movimientos rurales; y los movimientos por la paz y la justicia, (entre ellos los movimientos de mujeres y desaparecidos) que se expresan en contra de la violencia y la impunidad.
Los movimientos latinoamericanos de indígenas y campesinos, quienes desde 1992 han tenido un fuerte impacto en varios países del continente. La lucha zapatista en el sur de México ha tenido una resonancia global y ha inspirado a varios movimientos alrededor del mundo. Tanto en Ecuador como en Bolivia, los movimientos indígenas contribuyeron a modificar el poder político a nivel nacional. Más allá de esto, las contribuciones de los movimientos indígenas se encuentran en sus modelos alternativos, la importancia de la comunalidad y de la comunidad frente a una sociedad siempre más individualista, la defensa de territorios locales, y la promoción de cosmovisiones alternativas. Esta incluye la defensa de la naturaleza, particularmente del territorio local.
Los movimientos sociales no se enfocan únicamente en la protesta, sino que cuestionan la cultura dominante y el sistema económico al proponer valores y visiones de mundo alternativas, implementando perspectivas emancipadoras en prácticas concretas. En toda América Latina, los movimientos campesinos han mostrado que un modelo de agricultura familiar no es solo económicamente sustentable, sino que contribuye de manera substancial a resolver dos de los desafíos globales del siglo XXI. La cosmovisión y organización democrática local de indígenas y pequeños campesinos latinoamericanos, se han transformado en importantes referencias y fuentes de inspiración para ciudadanos progresistas alrededor del mundo.
El control de la información es un campo de batalla fundamental. No debe subestimarse el poder que tienen las élites en elaborar consensos y acomodar los debates en los medios masivos de comunicación. En el caso de México, existe evidencia para mostrar cómo el presidente Enrique Peña Nieto “se fabricó” desde una corporación de medios, como lo expuso el periódico inglés The Guardian al revelar un contrato firmado por él con Televisa por la suma de 500 millones de pesos (alrededor de 50 millones de dólares en ese momento), con el fin de cuidar su imagen durante el año 2005-2006 (Tuckman, 2012). Por otro lado, las redes sociales y los sitios de internet abrieron nuevas oportunidades a los ciudadanos y a los activistas.
Esto muestra otro elemento clave dentro de los movimientos sociales de nuestros tiempos. Mientras que hoy en día, los movimientos sociales son a veces altamente visibles en grandes manifestaciones en las calles y son claramente identificados con ciertas organizaciones y redes, aunque la mayoría se encuentran con menor visibilidad, tanto de manera online como en la vida cotidiana. Publicar un análisis en un blog, difundir información en una página de Facebook sobre abusos policiales, casos de corrupción o estudiantes desaparecidos, es todo parte de un amplio movimiento contra la fabricación de la información por los medios masivos, que, en el caso de América Latina, muchos de ellos se encuentran en confabulación con la élite política y económica. Sin embargo, las acciones ciudadanas individuales necesitan ser articuladas colectivamente para tener un impacto en la sociedad.
Un tercer frente de la batalla, muy conectado a lo largo del continente, es la de la educación. El movimiento estudiantil por el derecho a la educación ha sido el movimiento más significativo en Chile durante la última década. Durante el 2011, el movimiento estudiantil en Colombia y las protestas masivas en defensa de la educación pública fueron amplias e importantes, a pesar de que no alcanzaron mucha atención internacional. Este movimiento logró que el presidente cancelara el proyecto de privatización de la educación
Mientras que las multitudinarias protestas estudiantiles han tenido una buena cobertura mediática, en caso de los movimientos de maestros, es menor, y aunque muchas se centran en acciones reivindicativas del gremio, reflejan la necesidad y la emergencia de atender a las escuelas públicas, principalmente en barrios populares y las áreas rurales y sin duda, merecen mejores condiciones de trabajo, mejores sueldos y un mayor reconocimiento.
Un cuarto grupo son los movimientos por la justicia, contra la violencia y la impunidad, y por la seguridad humana. Estos consideran desde movilizaciones por la memoria y justicia, luego de las dictaduras en Chile, Argentina, y Brasil, hasta iniciativas ciudadanas en oposición a la violencia e impunidad en México, Colombia, Guatemala, principalmente, donde una parte importante de los asesinatos han sido cometidos por policías con casi completa impunidad.
Según este autor, no son los únicos “campos de batalla”. Habría que mencionar también las luchas por un modelo económico distinto, menos dominado por las corporaciones trasnacionales y los tratados de libre comercio, y una distribución más justa de la riqueza. Es una batalla difícil en un continente que se mantiene como el más desigual. Sin embargo, es uno de los más dinámicos en los últimos años.
http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20181101011041/Movimientos_sociales_siglo_XXI.pdf
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