Islamaldia - La concepción occidental del tiempo nos ha hecho pensar que la historia va en continuo progreso basada en un falso racionalismo, si bien se podría decir que hay ciertas etapas de desarrollo en la historia de la humanidad, esto no garantiza un progreso de forma integral, esta concepción refleja una ceguera del hombre moderno contemporáneo que basa sus creencias, sus principios y su vida en valores temporales.
El sentido de los eventos de Karbalá
La separación de la iglesia del estado rompió la concepción circular del cristianismo original que planteaba también un progreso de orden espiritual basado en la lucha del ser humano para ganar el Reino de los cielos. Lamentablemente esta concepción, aunque promovía valores espirituales, ascetismo y cierto misticismo basado en el “amor a Dios”, fue superada fácilmente por la supremacía de la filosofía de occidente de llevar una vida pragmática, sostenida en los bienes materiales que promueve “vivir el presente”, no importa el pasado ni el futuro. De manera que la salvación y la eternidad quedaron en un segundo plano como una aspiración más bien individualista y personalista de algún buen creyente solitario.
La cosmovisión chiita se nutre de esperanza, no es una esperanza abstracta o sin fundamento, sino en una esperanza global que está basada en el triunfo de la justicia, por lo tanto, es una meta individual y social, de autoperfeccionamiento personal y se podría decir de una salvación social, ya que la injusticia es un sistema opresivo que explota a los más débiles, que impone prácticas arbitrarias e impositivas que asfixian al ser humano.
El tiempo sagrado para el Islam en general y el chiísmo en particular es un tiempo que camina de la mano de la sumisión a Dios en su máxima expresión, es la única manera de enfrentar una larga lista de opresiones que encarna una historia cíclica de injusticia social. Desde que la humanidad fue creada surgen los poderes omnímodos asociados a los reyes, monarcas, califas, magnates, presidentes y ministros que instauran sistemas de vida injustos, la explotación del hombre por el hombre, acumulación de riqueza, usura, monopolios, oligopolios y demás formas de opresión económica. No obstante, no se trata solamente la injusticia material y la inequidad, sino de la opresión espiritual que terminan convirtiendo al ser humano en un ser “sin alma” pues los valores éticos y morales de una sociedad van desapareciendo, se pierde la decencia, el honor, la palabra, la fidelidad, la pureza. El centro de interés ya no es Dios, ni las leyes de Dios ni la eternidad. La mayoría de la gente abandona a Dios, vuelve arrepentido, pero se hunde nuevamente en el pecado cayendo en un ciclo vicioso porque la estructura social contemporánea no da ninguna alternativa de cambio.
El chiísmo es un ciclo virtuoso que pretende recobrar la verdadera concepción de la naturaleza humana y el sentido de la creación en un determinado tiempo y espacio sagrado, la práctica religiosa debe ser un ejemplo vivo de compromiso con el cambio real de la sociedad, para que los oprimidos despierten sus mentes y levanten sus corazones. Muharram y Ashura es el tiempo y Karbalá es el espacio.
La historia del Imam Hussain, la Paz de Dios sea con él, es una historia que ya ha pasó y sigue pasando con santos apedreados, niños inocentes asesinados, pueblos saqueados y hombres esclavizados; y esta historia se repite cada día con luchadores sociales y líderes revolucionarios que pretendían alcanzar la justicia de los pueblos por su liberación. En América Latina, por ejemplo, nace con la historia trágica del despojo, saqueo y opresión de los pueblos indígenas, pueblos originarios, donde surgen cientos de héroes y heroínas que fueron torturados y asesinados en forma cobarde en manos de sus invasores europeos, principalmente españoles; mueren unos y nacen otros, nuevos lideres que toman la posta para continuar con su movimiento de resistencia y finalmente de liberación.
En esta historia cíclica, también coincide la dureza del enemigo, la impiedad, el dolor de las mujeres, el abandono de los niños, los pueblos incendiados y arrasados. Los pueblos indígenas defendieron su “tierra sagrada” igual que a su madre; muchos de sus líderes fueron cruelmente atormentados: unos desmembrados, otros ahorcados o decapitados, otros incinerados, arrastraos por caballos, en definitiva, humillados sus cuerpos; pero dignificados y elevados por el valor de su sangre. Estas son las mismas escenas de Karbalá: padecimiento, sollozos y muerte que misteriosamente y en forma maravillosa se convierten en dulzura, liberación y vida.
En este cielo oscuro y nublado, lleno de injusticia y la opresión, llega la esperanza del día de la liberación, de la salvación y para esto debe llegar un Salvador. La Sociedad ideal que plantea el chiísmo solo puede ser gobernada por un ser perfecto y sus seguidores deben alcanzar un grado de perfectibilidad y entrega a la causa. Sin olvidar que la Causa Primera es Dios y es Él es Quien elige, guía y purifica a sus seguidores, para lograr la verdadera y trascendental liberación debemos seguir las huellas de los profetas y de los enviados de Dios, seguir el ejemplo de los santos imames y levantar la bandera de la única esperanza, que es El Mahdi,“El Salvador”, como liberador universal, no solo de las cadenas del opresor sino de las cadenas del pecado, la corrupción y la inmoralidad para restablecer la paz y la armonía del ser humano en esta Tierra.
La verdadera evolución y transformación social será el cambio profundo del ser y de la humanidad, que irá de lo inferior a lo superior, de lo caduco a lo nuevo, de la tragedia a la felicidad, de lo profano a lo sagrado, de lo mortal a la inmortalidad.
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