Si bien Arbaín es una ceremonia distintiva de los musulmanes Shi'tas, también participan en ella sunitas, izadíes, zoroastrianos y cristianos. La cantidad de personas que asisten, de diferentes religiones, culturas y razas conmemoran y reconocen al Imam Husáin (P) como un símbolo de libertad y sacrificio.
Para entender el fenómeno de la celebración de Arbaín - además de conocer la historia del martirio del Imam Husáin (P), se debe realizar una aproximación al significado del término que la denomina. La palabra árabe “arbaín” refiere al número cuarenta. Esto se debe a que el evento corresponde al veinte del mes de Safar, es decir el cuadragésimo día después de la tragedia de Ashura. El número cuarenta juega un rol dentro del manto simbólico de la celebración religiosa, esto sí, lejano a cualquier tipo de numerología y cábala de lotería tan común en occidente entre los seguidores de las falsas espiritualidades. También es cierto que el número cuarenta, después de la crisis sanitaria mundial del 2020, ha cobrado un significado nefasto con el uso del término “cuarentena”. Po el contrario, el término “arbaín”, este número está revestido de un simbolismo sagrado sustentado por la tradición profética, y posee una significación fundamental también en otras tradiciones espirituales como el hinduismo, el budismo, el judaísmo y el cristianismo.[1] Para muchas tradiciones el cuarenta es símbolo de cercanía con Dios, tiempo de prueba, tiempo de conversión, tiempo de búsqueda interna, plenitud, entre otros.
En dicho simbolismo se interrelaciona con la categoría de temporalidad, en el caso concreto de la ceremonia de Arbaín, esta cualidad está marcada en los ciclos anuales y en la progresión de los cuarenta días de la ceremonia, se enmarcan en el concepto de una historia cíclica o repetitiva, en este sentido estará presente el número cuarenta, en estos períodos que se dan bajo el manto ontológico de lo arquetípico. De igual manera, el tiempo es categorizado en dos vertientes: el «tiempo eterno» (hiero historia) o mítico y el «tiempo limitado» o profano; entre estos dos se desarrolla la ceremonia, ya que el peregrino a Karbalá participa de dos universos temporales por mediación del acto ritual. Como bien analizara el filósofo iraní Seyyed Hossein Nasr, en los actos de la oración, la súplica y el Zyārat se efectúa una sumatoria de todos los tiempos, creándose en ese “instante” (ān) una suspensión de los mismos, existe pues en este acto, un estado de intemporalidad.
Ese sentido de anulación de lo cronológico o de una temporalidad profana por medio del acto sacro, de la ceremonia espiritual que se abre al aspecto de “lo real”, fue explicada desde la perspectiva de las ciencias de las religiones por el filósofo rumano Mircea Eliade en estos términos:
“En la medida en que un acto (o un objeto) adquiere cierta realidad por la repetición de los gestos paradigmáticos, y solamente por eso, hay abolición implícita del tiempo profano, de la duración, de la “historia”, y el que reproduce el hecho ejemplar se ve así transportado a la época mítica en que sobrevino la revelación de esa acción ejemplar. La abolición del tiempo profano y la proyección del hombre en el tiempo mítico no se producen naturalmente, sino en los intervalos esenciales, es decir, aquellos en que el hombre es verdaderamente él mismo: en el momento de los rituales o de los actos importantes (alimentación, generación, ceremonia caza, pesca, guerra, etc.) El resto de su vida se pasa en el tiempo profano y desprovisto de significación: en el “devenir”. (Mircea Eliade, El mito del eterno retorno. Arquetipos y repetición).[2]
Eliade distingue entre en tiempo lineal, individual y profano y el tiempo mítico, cíclico o sagrado. Es cierto que tradicionalmente la filosofía ha concebido lo temporal como el devenir propio de lo material y corporal, frente a lo mental o racional caracterizado por su abstraccionismo cuasi atemporal. Pero en el espacio de lo sagrado se difumina dicha temporalidad para dar paso a un tempo singular. Hay pues una ritualización del tiempo al configurarse rítmicamente, en ciclos marcados, en el caso de la ceremonia de Arbaín ese ritmo se marca a partir del significado del número cuarenta.
En el Sagrado Corán este número es visible en muchos episodios de los profetas. En uno de los primeros versículos coránicos (2:51) se menciona el número cuarenta en relación con la historia del Profeta Moisés (P). En él se dice:
وَإِذْ وَاعَدْنَا مُوسَى أَرْبَعِینَ لَیْلَةً ثُمَّ اتَّخَذْتُمْ الْعِجْلَ مِنْ بَعْدِهِ وَأَنْتُمْ ظَالِمُونَ۞
“Y [recordad] cuando nos citamos con Moisés durante cuarenta noches, y en su ausencia, vosotros adorasteis al becerro, obrando injustamente.” (La vaca: 51)
Este fragmento del Sagrado Corán recuerda el momento en que el Profeta Moisés (P) fue llamado al Monte Sinaí por Dios para confiarle la Torá. El Profeta Moisés (P), figura capital dentro de todas las religiones monoteístas, participa en esos cuarentas días en una experiencia de anulación temporal.[3] El período de cuarenta días que marcan el encuentro espiritual de Moisés con Dios se evoca en el siguiente versículo coránico nuevamente:
وَ واعَدْنا مُوسي ثَلاثينَ لَيْلَةً وَ أَتْمَمْناها بِعَشْرٍ فَتَمَّ ميقاتُ رَبِّهِ أَرْبَعينَ لَيْلَةً وَ قالَ مُوسي لِأَخيهِ هارُونَ اخْلُفْني في قَوْمي وَ أَصْلِحْ وَ لا تَتَّبِعْ سَبيلَ الْمُفْسِدينَ۞
“Nosotros tuvimos un encuentro con Moisés durante treinta noches, que completamos por diez. Siendo, por tanto, cuarenta noches la cita con su Señor. Y Moisés dijo a su hermano Aarón: Represéntame ante mi pueblo, pon orden y no sigas el camino de la gente corrupta.” (Los lugares elevados: 142)
Podemos apreciar que el número cuarenta está fuertemente relacionado con los ciclos de los Profetas. Prueba de ello son los siguientes datos ligados a este número y la historia profética:
• Los reinados de los Profetas David y Salomón (P) duraron cuarenta años,
• El Profeta Muhammad (P.B.) hizo el anuncio de la profecía a la edad de cuarenta años,
• La arcilla en la que se creó al Profeta Adán (P) fue modelada durante cuarenta días.
• El Diluvio en tiempos del Profeta Noé (P) duró cuarenta días.
Estos ejemplos, entre otros, evidencian la dimensión sacra y espiritual del número cuarenta. Este número posee una resonancia particular en el Islam y en el desarrollo espiritual de los seres humanos. Esto es visible en muchos hadices y prácticas de gran valor y elevación espiritual:
• Aquellos que recitan Du‘a Al- ‘Ahad (La súplica de ‘Ahad) durante cuarenta días estarán entre aquellos que ayudarán al Imam Mahdi (que Dios apresure su retorno)
• Quienes recitan el Zyārat Ashurá durante cuarenta días tendrán respuesta a sus oraciones.
• Los que se dedican a la maledicencia y a esparcir rumores (ghībah) no se les aceptarán sus oraciones durante cuarenta días, es decir, que no obtendrán ningún beneficio espiritual de ellas.
Una famosa tradición agrega un elemento más este tema: “Aquel que memorice y conserve cuarenta hadices, resucitará en compañía de los eruditos en los días de la resurrección.”
Otra tradición de la Casa profética (Ahlul-Bait) (P) dice: “Si guías a un ciego por cuarenta pasos, Dios te promete el Paraíso.”
Aquí el significado espiritual del número cuarenta puede referir que el “ciego” simboliza a un ser humano que tiene el corazón y la razón en estado de ceguera (extravío), ya sea por envidia, hipocresía, calumnias o apego a las cosas materiales de este mundo. Así que una persona que logre llevar a este “ciego” a la fe será bendecida por Dios. En el Sagrado Corán está escrito:
وَوَصَّيْنَا الْإِنسَانَ بِوَالِدَيْهِ إِحْسَانًا حَمَلَتْهُ أُمُّهُ كُرْهًا وَوَضَعَتْهُ كُرْهًا وَحَمْلُهُ وَفِصَالُهُ ثَلَاثُونَ شَهْرًا حَتَّى إِذَا بَلَغَ أَشُدَّهُ وَبَلَغَ أَرْبَعِينَ سَنَةً قَالَ رَبِّ أَوْزِعْنِي أَنْ أَشْكُرَ نِعْمَتَكَ الَّتِي أَنْعَمْتَ عَلَيَّ وَعَلَى وَالِدَيَّ وَأَنْ أَعْمَلَ صَالِحًا تَرْضَاهُ وَأَصْلِحْ لِي فِي ذُرِّيَّتِي إِنِّي تُبْتُ إِلَيْكَ وَإِنِّي مِنَ الْمُسْلِمِين۞
“Y hemos encomendado al ser humano que sea bueno con sus padres. Su madre le cargó con esfuerzo y con esfuerzo le dio a luz. Y su embarazo y lactancia duran treinta meses. Hasta que, al alcanzar la edad adulta y alcanzar la madurez a los cuarenta años, dice: ‘¡Oh Señor! Inspírame a dar gracias por la bendición que has derramado sobre mí y sobre mi padre y mi madre, y para hacer una buena obra que Tú aceptes. Y haz que mis descendientes sean rectos. En verdad, a Ti vuelvo arrepentido y, en verdad, soy de los sometidos a Ti” (Las dunas: 15).
Este versículo habla, en función de los ciclos de temporalidad, de la edad de madurez espiritual e intelectual del ser humano. Según algunas tradiciones de nuestros Santos Imames (P), incluso Satanás se sorprende al ver a una persona de cuarenta años que todavía no ha encontrado el camino hacia Dios.
Como ciclo final de la temporalidad cronológica del hombre en este mundo está su muerte. En el Islam se recomienda conmemorar los cuarenta días posteriores al fallecimiento de un ser querido, llamado el cuadragésimo día o “arbaín”. El Santo Profeta (P.B) dijo que: “La tierra llora la muerte de un creyente por un período de cuarenta mañanas.”
Este ciclo de cuarenta días de conmemoración son una forma de honrar la memoria de los fallecidos. Del mismo modo que, hacerle las abluciones fúnebres (Ghusl mass al-mayyit) o preparar comida para los familiares del difunto son otras formas de honrarlo, esta práctica de conmemorar los cuarenta días de fallecimiento es muy recomendada en el Islam.
Desde los estudios de antropología occidental, la celebración islámica del cuadragésimo día “arbaín” forma parte de los ritos de paso tales como: nacimiento (dar un nombre, circuncisión, etc.), pubertad, fertilidad (compromiso, matrimonio, etc.), defunción (entierro, celebración de funerales). Dicho rito sería un marcador temporal que se da en el espacio de una temporalidad única y las temporalidades variantes (Mohamed H. Bagdad, Le Quarantième jour: approches anthropo-philosophiques).
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