publicado el: 22 octubre 2022 - 06:15

La sedición de los momios y sus pegotes en Irán y el sur global I

AUTOR: RAMÓN MEDERO. ILUSTRADORA: ETTEN CARVALLO
La sedición de los momios y sus pegotes en Irán y el sur global I

Segundo Paso para Nuestra América.- Sobre la base de los hechos suscitados recientemente en la República Islámica de Irán, a raíz de un falso positivo, como fue el presunto asesinato de Masha Amini a manos de una inexistente policía moral violenta y represiva, por no respetar el código de vestimenta islámico, nuestro objetivo acá es analizar el fenómeno de las llamadas insurgencias burguesas, revoluciones de derechas, rebeliones proneocolonialistas o simplemente sediciones contrarevolucionarias del presente siglo, particularmente en aquellos países donde el Estado está bajo el control de gobiernos revolucionarios o progresistas legítimos, de base popular, antiimperialistas, contrahegemónicos y decoloniales.

La dictadura de las minorías

Sobre la base de los hechos suscitados recientemente en la República Islámica de Irán, a raíz de un falso positivo, como fue el presunto asesinato de Masha Amini a manos de una inexistente policía moral violenta y represiva, por no respetar el código de vestimenta islámico, nuestro objetivo acá es analizar el fenómeno de las llamadas insurgencias burguesas, revoluciones de derechas, rebeliones proneocolonialistas o simplemente sediciones contrarrevolucionarias del presente siglo, particularmente en aquellos países donde el Estado está bajo el control de gobiernos revolucionarios o progresistas legítimos, de base popular, antiimperialistas, contrahegemónicos y decoloniales.

Algunos de estos proyectos disruptivos, actualmente en el poder, son el resultado de doctrinas emancipadoras no transitorias, cuyo propósito es consolidar un profundo y permanente cambio en los paradigmas socioculturales, políticos y espirituales de la nación. Experiencias estas que se suman a la construcción colectiva de un nuevo orden mundial y un nuevo modelo civilizatorio realmente humanista, en defensa de la naturaleza, bajo la luz del conocimiento, el bien común, la paz, la justicia y la soberanía.

Cómo veremos, el único velo que debemos retirar y suprimir es el que cubre el complot internacional contra Irán, el velo que obnubila la hipocresía, el doble rasero y los códigos de valores vergonzantes, tanto de una oposición forajida que se agavilla con el imperialismo, como el de las fuerzas injerencistas que hacen coro y pitan desde lo lejos.

De más está decir que rebelarse es una necesidad inherente al ser humano, incluso se considera un derecho fundamental. De manera general, podemos afirmar que, en la dinámica social, se dan las condiciones para que distintas subjetividades individuales y colectivas manifiesten sus desacuerdos, combatan, critiquen, desafíen, se opongan, contradigan, reivindiquen o traten de deponer a una autoridad, un estamento, un precepto o cuestionen y se movilicen para protestar un hecho presuntamente condenable. Si esto no fuera así, la historia se detendría por completo, las sociedades quedarían inmutables, estancadas en una eterna complacencia, a no ser que se trate del advenimiento de la anhelada utopía y entremos de lleno en un estado ideal de justicia y paz universal; pero, incluso allí, haría falta algún grado de disconformidad.

Las revoluciones, por ejemplo, constituyen movimientos tectónicos de gran envergadura y profundidad que generan cambios sociopolíticos, culturales, espirituales y científico-técnicos. Otras insurgencias promueven cambios más modestos y otras muchas pueden ser infructuosas, insulsas o tener un signo negativo y peligroso para la sociedad, la humanidad y la vida en general.

Ahora bien, estas rebeldías de signo negativo son las que rubrican causas como el neonazismo, el neofascismo, el racismo, la islamofobia, el machismo, la xenofobia, la aporofobia y un sinnúmero de odios, aversiones o miedos por ignorancia, desconocimiento, prejuicios o trasculturaciones. ¿Acaso una minoría, demográficamente hablando, que logre aglutinar un contingente numeroso de individuos, puede arrogarse la potestad de contravenir el Estado Social de Derecho y de Justicia, levantar la mano para votar a favor de una causa atroz e imponer con ello un desafuero? ¿Si esta mayoría de un grupo humano minoritario aprobara una moción o llegara a un consenso sobre discriminar, excluir, arrebatar, violentar, agredir, asesinar, destruir algo o a alguien, eso puede considerarse legítimo y democrático?

Recuerdo cómo en el 2003, durante el paro nacional y petrolero en Venezuela, una minoría agrupada en cámaras y confederaciones de trabajadores, sindicatos, industrias y comercios, decidió arbitrariamente, por “unanimidad”, poner en jaque al gobierno, paralizando casi totalmente, y bajo amenaza, la producción y la economía del país. Este dictamen se cumplió en todos los ámbitos dominados por los sectores opositores de la sociedad. En los colegios privados, por ejemplo, las sociedades de padres y maestros decidían, también por “unanimidad”, cerrar las escuelas y liceos, bajo la consigna de “mi hijo me pertenece, yo hago con él lo que yo quiera” o “no dejaré que mi hijo o hija sea adoctrinado por el chavismo castrocomunista” (vocablo hoy en desuso, por cierto). Es decir, derechos fundamentales e inviolables como son la educación y los que corresponden de manera particular a los niños, niñas y adolescentes, consagrados tanto en la Constitución venezolana de 1999 como en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, fueron violentados por una minoría que se creía numerosa y poderosa.

He aquí una gran paradoja. No hay peor dictadura que la impuesta por una minoría de la llamada sociedad civil, cuando la mayoría de esta decide, en nombre de toda la sociedad, esto es, la verdadera mayoría, acciones que van en desmedro de su propia patria y, por tanto, de sí mismos al formar parte de ella, al tiempo de que son capaces de tomar esas decisiones con total libertad e impunidad en un sistema que señalan de tiránico y dictatorial. Esto no es otra cosa que disociación psicótica.

La sedición de los momios y sus pegotes en Irán y el sur global I

PROTESTAS EN NICARAGUA, 2018

La sedición: crimen y política

No vamos a establecer acá un criterio positivista, antropométrico y determinista como el de Cesare Lombroso, tampoco vamos a declarar a priori que los integrantes de esos contingentes revoltosos que protagonizan las sediciones en Irán y en otros países también asediados, sean un claro caso de homo criminalis; seguramente Lombroso detectaría en ellos rasgos fisonómicos y afirmaría crudamente que son el resultado de tendencias innatas de orden biológico o genético. Ser de derecha no constituye un crimen, militar en un partido político de derecha tampoco lo es, pertenecer a la oligarquia o a la burguesía no es una condición punible, aunque el modelo capitalista que defienden sea una amenaza para la la vida y el planeta. Eso lo tenemos muy claro. Además, se sabe que, con algunas pocas excepciones, este muy prejuicioso italiano se refería a los anarquistas y revolucionarios en general como “locos, forajidos e incultos” y hasta feos o deformes, características propias de los pueblos incivilizados que habitan en “Santo Domingo …y la América Meridional”, afirma sin tapujos el muy receloso. Con esta afirmación, el criminólogo en cuestión la regó, como dicen los mexicanos. Semejante postura es inaceptable en aquella y en cualquier otra época, pero confieso que a veces me veo tentado a suscribir algunas de las ideas que aparecen en su tratado Los Anaquistas (1894). Si bien la mayoría de ellas son execrables, haciendo las debidas abstracciones, podemos considerar válida la diferencia que establece entre los objetivos de una revolución y los de una sedición, y entre sus actores:

“La revolución es la expresión histórica de la evolución, y su desarrollo lento, graduado, ofrece una garantía para el éxito, y se hace siempre más extenso y general, inspirado directamente como está por hombres geniales o apasionados, y no por criminales natos.”

“Las sediciones, por el contrario, obedecen a superficiales y efímeras causas, frecuentemente locales o personales”, son el producto de la “fantasía de unos cuantos ilusos, fanáticos y sugestionables, que pululan en nuestra sociedad y que son siempre un elemento importante en todas las revoluciones.” Estos, para conseguir sus fines, recurren a “medios como el regicidio (magnicidio) y el incendio, que son inútiles en el fondo y siempre son criminales, y están en oposición a las ideas dominantes del sentido moral.”

De Lombroso, repito, suprimiendo su dogmatismo, puede ser aprovechable su caracterización del sedicioso, cuando afirma que este es un criminal, por incendiario y asesino. No deja de tener razón. Suficientes evidencias (espías de distintas nacionalidades, así como varios individuos e instituciones europeas involucradas) permiten afirmar que los recientes acontecimientos en Irán se corresponden con un “complot criminal internacional”, ejecutado no solo por terroristas, agitadores y separatistas que operan bajo las órdenes de gobiernos extranjeros, sino también por los medios internacionales antiraníes, como la BBC Persian, Iran International, Voice of America, Radio Farda y Manoto, que para el 10 de octubre ya habían difundido 17 312 mentiras y acusaciones infundadas contra el Gobierno y las fuerzas de seguridad iraníes. Este hostigamiento continuo se ha visto reforzado por las sanciones unilaterales de la Unión Europea contra individuos e instituciones de Irán.

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PROTESTAS EN VENEZUELA, 2017

Quitar el velo

Quitemos el velo que envuelve la verdad. Quememos el velo que tapa el rostro del charlatán. Sobran pruebas. No nos dejemos engañar. Cómo refutar que todo se orquestó y sincronizó desde Estados Unidos e Israel para generar un estado de zozobra y caos en Irán. La desestabilización y la inseguridad son hijas del hegemón. ¿Acaso no es obvio que el complot trató de interrumpir el desenvolvimiento normal de la vida cotidiana y difundir hacia el mundo la falsa imagen de un sistema decadente y un gobierno inmoral, violatorio de los derechos humanos, forajido? ¿Por qué? Occidente no le perdona a Irán su desarrollo científico técnico alcanzado en poco tiempo, a pesar del asedio permanente y las sanciones coercitivas unilaterales e inhumanas impuestas, no le perdona su influencia en la región ni la protección y apoyo que brinda a Palestina, Yemen, Irak y Siria, ni que haya aniquilado las huestes fundamentalistas del takfirismo y el salafismo, ni el contrapeso que le hace a la hegemonía que desea imponer el sionismo en Asia Occidental, tampoco perdonan su alianza con Rusia, Turquía y Venezuela, ni la osadía de ser uno de los principales actores en la construcción de un mundo multipolar; mucho menos le perdonan la fe y las costumbres islámicas que profesa, porque constituyen un estorbo para sus planes neocolonizadores. Irán es uno de los modelos más antagónicos que existe respecto a las pretensiones hegemónicas de Occidente, mucho más de lo que podamos ser todos los países insurgentes de América Latina y el Caribe.

Estas son las verdaderas razones de las actuales y pretéritas sediciones o insurgencias en la República Islámica de Irán. El patrón que siguen es similar a las que tuvieron lugar en Nicaragua (2018), Cuba (2021) y Venezuela en el 2017. Fui testigo del horror de las guarimbas fascistas de la oposición venezolana de ese año y puedo afirmar que hay mucho parecido con los métodos utilizados en los mencionados países. Claro, contra Irán la cayapa es más grande porque el enemigo ha conformado una fuerte coalición o Grupo de la Muerte: Estados Unidos-sionismo-Reino Unido- Comunidad Europea –y más recientemente, Arabia Saudita o al menos de manera menos solapada, porque hace más de 80 años mantiene relaciones con Estados Unidos en el marco de una alianza de las que Glenn Snyder afirma que se establecen bajo el “dilema de la seguridad”. En tierras nuestroamericanas, este grupo se reduce a Estados Unidos y el sionismo, que son los que operan de manera más directa y abierta, mientras que la UE y Reino Unido actúan a la distancia para respaldar las medidas injerencistas gringas contra nosotros.

Durante meses pude presenciar las acciones terroristas llevadas a cabo por los denominados “héroes” y “libertadores”, jóvenes en “rebeldía” convertidos en improvisados delincuentes y asesinos por instigación de sujetos pertenecientes al crimen organizado, al paramilitarismo, el mercenariado y las agencias de inteligencia. Mis observaciones y reflexiones sobre ello las recogí en el libro Contrarrevolución fascista. La insurgencia vergonzante del capitalismo en Venezuela (Editorial UBV, 2017), cuya autoría comparto con el distinguido profesor Luis Navarrete Orta. Allí relatamos cómo estas hordas quemaban a personas vivas, linchaban policías y guardias nacionales, quemaban guarderías, edificios y bienes tanto públicos como privados. Todo ello se ejecutó siguiendo un plan macabro. No se trataba de una rebelión espontánea y popular, sino de agitadores asalariados cumpliendo con su trabajo.

También fui testigo de cómo un sujeto de nombre Óscar Pérez, un sicópata totalmente fuera de sus cabales, entró en escena (literalmente en escena) para cumplir con una misión estratégica en el momento en que ya declinaba el fragor de las protestas. Pérez debía levantar la moral, despertar simpatías, incrementar las audiencias, incentivar mucho más el odio y reclutar más sediciosos. En realidad, se comportaba ante las cámaras como un actor de cine enlatado, era demasiado evidente, reunía varios atributos hollywoodenses de “héroe pop” o al estilo “The Expendables” (Los Indestructibles). Este desquiciado fascista que disparó alevosamente una ametralladora de alto calibre desde un helicóptero contra personas y edificios en el centro de la ciudad, fue adorado y defendido por la derecha en ese momento; hoy su nombre está completamente en el olvido, desechado. La derecha es amnésica. Pérez fue un producto de la mercadotecnia aplicada a la política y el golpismo. Otra disociación psicótica de esa derecha universal.

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PROTESTAS EN IRÁN, 2022

El pegote de los momios

En Irán, desde el nacimiento mismo de la Revolución, siempre han estado latentes diversos factores antagónicos que disputan el poder. En Venezuela, esta misma clase se hace llamar “sociedad civil” o “gente decente y pensante”, y “de bien”. En el caso de Irán, su composición es bastante heterogénea, podemos afirmar que se trata de una elite económica secular de signo reaccionario, occidentalizada, que siente nostalgia por la monarquía, que cuenta entre sus filas a una oposición hipócrita, barbárica y terrorista, deseosa de ser nuevamente subalternizada y que siempre ha estado dirigida y subsidiada por el Grupo de la Muerte, arriba mencionado.

Esta vanguardia opositora, enquistada en la sociedad, y que llamaremos acá momios, arrastra consigo colectivos y organizaciones variopintas y gente del común con inclinaciones vergonzantes, grupo que aquí designaremos bajo el mote de pegotes. Ya desarrollaremos en otra entrega la categoría momio. Por ahora, diremos que los pegotes (vocablo que queremos acuñar y difundir) se ubican social, cultural, política e ideológicamente en una fase avanzada dentro del proceso de metamorfosis del lumpen, es una especie que, por su conducta desclasada, servil, ignorante o egoísta, no guarda armonía alguna con la sociedad, no logra o no quiere comprender el estado de bienestar en el que vive o puede llegar a vivir si el enemigo no lanzara tantos escollos en el camino; un psicotipo de bajo perfil, difícil de detectar en la sociedad hasta que se pone en evidencia al momento de ejecutar alguna orden emanada de las cúpulas opositoras; son individuos o colectivos que se adhieren como tosca cataplasma de resina en el muslo de la burguesía para transitar su mismo derrotero; un emplasto de brea pegada a la bota o a los tacones de punta de la oligarquía, de los fachos, de los vendepatrias, de toda forma de opresión o dogmatismo, de la canalla toda; un simple añadido que termina siendo rechazado por quienes adula y obedece; siendo así, se torna impertinente y trata siempre de ocultar su origen.

No obstante, y paradójicamente, al tratarse de revoluciones humanistas, si aún estos pegotes no han cruzado la línea de la escoria, si solo han sido víctimas del espejismo de la “heroicidad libertaria” que le venden sus verdugos, siempre tendrán un espacio seguro dentro del sistema y el pensamiento contra el cual se han opuesto irracionalmente. Mientras esto no suceda, no puedo sino imaginarlos con sus ojos aguados y la sangre enardecida escuchando una arenga callejera de sus momios mayores, extraída del libreto de la película “Sucker Punch - Mundo surreal” (2011):

“¿Quién honra a los que amamos por la verdadera vida que vivimos?, ¿quién envía monstruos para matarnos y al mismo tiempo nos canta que nunca moriremos?, ¿quién nos enseña lo que es real y cómo reírse de las mentiras?, ¿quién decide por qué vivimos y cómo moriremos por defenderla?, ¿quién nos encadena y tiene la llave para liberarnos?, eres tú. Tienes todas las armas que necesitas. ¡Ahora lucha!”

Debido a que esta cofradía contrarrevolucionaria de los momios ya no tiene el poder del Estado y ve que no puede recuperarlo a corto, mediano o largo plazo por la vía del voto popular o del fraude electoral, incrementa su frustración y desespero a tal punto que cada cierto tiempo, cuando encuentra la mejor oportunidad, sale a la calle de manera violenta para intentar derrocar el orden establecido a cualquier costo. No obstante, entre un episodio de arrebato y otro, estos felones intentan horadar a diario, sin éxito, la Revolución Islámica de Irán o, respetando las diferencias, cualquier otra revolución o proyecto progresista que tenga lugar en el Sur Global. Creen que con dar el primer golpe se golpea dos veces, pero en verdad se desgastan en el jaleo callejero hasta cocinarse en su propia salsa; merman así sus fuerzas, como de hecho ya está ocurriendo, y luego sobreviene y sobrevendrá siempre el fracaso. Son conspiraciones que fenecen apenas nacen; son peligrosas, sí, pero intrascendentes, ya que nunca podrá prosperar aquello que no está arraigado en el corazón de un pueblo.

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PROTESTAS EN CUBA, 2021

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