Opinión

Xiomara Castro. Recuperando la Esperanza, luego de la Pesadilla Cachureca

Autor: Omar Hassaan Fariñas

Segundo Paso para Nuestra América.- Se plantea en el presente artículo el significado del escenario que se abre para Honduras a partir de los resultados electorales, definiéndolos como una esperanza frente a lo que ha significado la llamada “Pandilla Hernández” en la política hondureña. Asimismo se realiza un análisis del escenario que recibe Xiomara Castro en un país asediado por el narcotráfico, bandas armadas, pobreza y violencia sistemática como herencia de la acción de la derecha y sus aliados internacionales.

Al fin, estamos presenciando la eminente salida del poder de los “cachurecos”[1] (miembros del Partido Nacional) en toda Honduras. En el año 2009, el Presidente Constitucional de Honduras, Mel Zelaya, fue expulsado del país en un acto salvaje que llevó para entonces al Presidente Chávez a identificar su autor material como un “gorila”. Se perpetró así un golpe de Estado planificado y legitimado por la entonces Secretaria de Estado, Hilary Clinton, bajo la administración del ganador de Premio Nobel de la Paz, el Presidente Barack Obama. El golpe de Estado recibió su acto de “maquillaje de legitimidad” a pocos meses después de la expulsión del Presidente Zelaya, con elecciones generales ese mismo año, organizadas por los mismos golpistas, repartiéndose entre ellos las candidaturas entre el Partido Nacional – quien recibió la candidatura presidencial para su representante, Porfirio Lobo – y el mismo partido del “Gorila” que protagonizó el golpe (bueno, fue la “cabeza” visible, ya que sus autores intelectuales siempre se encontrarán en Washington).

 

La Presidencia de Lobo fue un asunto meramente transitorio, ya que desde los tiempos del Presidente Zelaya, los verdaderos arquitectos de la Honduras “Cachureca” y Narcotraficante, serían los hermanos y diputados del Partido Nacional, Juan Antonio y Juan Orlando Hernández. De acuerdo con las investigaciones realizadas por los mismos autores intelectuales del golpe de Estado del 2009 – el gobierno estadounidense, sus fiscalías, en este caso – los hermanos Hernández, ambos abogados, miembros del Partido Nacional y eventualmente diputados al congreso nacional de Honduras, fueron por muchos años, o traficantes de drogas, o beneficiarios directos de este tráfico.

 

Según las acusaciones de varios fiscales estadounidenses, quienes ya habían investigado todo el amplio panorama del narcotráfico en Honduras, el Señor Juan Antonio “Tony” Hernández participó en el tráfico internacional de cocaína entre los años 2004 y 2016, aproximadamente. Su cercanía con los niveles más altos del poder político hondureño y los principales grupos de narcotráfico en Honduras lo convirtieron en uno de los operadores más influyentes del crimen organizado de la última década, en el país centroamericano.

 

El rol de “Tony” no fue el de un gran capo, sino el de un mediador clave entre diversos actores criminales y el poder político. De acuerdo con los documentos de su juicio en Estados Unidos, Juan Antonio Hernández les ofrecía protección a narcotraficantes o les facilitaba sus operaciones a cambio de que ellos aportaran a las campañas políticas del Partido Nacional, incluyendo las de su hermano. Su hermano, a la vez, ocupó la secretaría general del Partido Nacional justo antes del golpe de Estado del 2009, y mientras su hermano encontraba en el narcotráfico los recursos que alimentarían el ascenso político de su hermano, Juan Orlando se dedicaba a abrir los espacios desde el Partido Nacional y la Presidencia de la Asamblea Nacional (2010 – 2014), para así dominar el escenario partidista y eventualmente nacional, y obtener la Presidencia de la República, después del breve periodo de Porfirio Lobo (quien su hijo fue acusado y arrestado por narcotráfico, y esposa capturada por cobrar sobornos de narcotraficantes).

 

Estos son los inicios de la incursión de la “Pandilla Hernández” en el mundo de la política hondureña, pero los detalles desde el 2009 y hasta el 2021, son mucho más escalofriantes y tristes que sus modestos inicios criminales en la ciudad de Gracias, del departamento Lempira. Entre la destrucción del estado de derecho y el contrato social en Honduras, la consolidación del narcoestado, la pobreza extrema impuesta contra casi 75% de la población (cifras del propio Estado hondureño para el 2021) y la fuga masiva de su población, no solamente de la pobreza extrema sino de los niveles sin precedentes de violencia y masacres, los hermanos Hernández se colocaron en la cima de una estructura política/criminalística de pura crueldad, avaricia e inhumanidad, la cual transformó el país de Morazán en una verdadera pesadilla para todos los hondureños, salvo los dueños de los grandes capitales y los dueños del Estado (JOH y su estructura del Partido Nacional).

 

Entonces, ¿qué implica la derrota de la estructura narcopolítica de JOH en las elecciones del 28 de noviembre? ¿Qué significa el fin de 12 años de control de la versión cachureca de la “Cosa Nostra” sobre la sociedad hondureña? Dicen por ahí que la victoria contundente y aplastante de Xiomara Castro implica una nueva etapa para Honduras. Aunque esto último es innegablemente correcto, lo que es aún más importante es que la llegada de Xiomara Castro al poder significa el fin de una larga y oscura pesadilla para los hondureños. Con solo este hecho, es importante celebrar y festejar por un pueblo que pacientemente ha aguantado lo que pocos han tenido que sobrevivir. Antes del inicio de una nueva Honduras, debemos celebrar y festejar la libertad de los hondureños, y el fin del gran oscurantismo que cayó sobre ellos, desde el 29 de junio del 2009, el día del golpe de Estado que abrió el camino para el auge de los actores principales de la pesadilla (aunque no los únicos, naturalmente): los hermanos cachurecos, Juan Orlando y Juan Antonio.

 

La Honduras que recibirá Xiomara Castro formalmente a finales de enero de 2022, seguirá siendo la Honduras del narcotráfico, de la violencia, de los éxodos masivos, de la pobreza endémica y desbordada, de las maras y el terror de estas, y la destrucción sistemática de la institucionalidad y la confianza entre gobernantes y gobernados. Alegremente, junto al partido “Salvador” de Salvador Nasrala (Primer Designado de la Presidenta Castro), ya el Partido Libre posee una mayoría simple en la Asamblea Nacional, desde la cual puede rearticular el sistema judicial, recargado de cachurecos que permitieron la ridícula farsa de la reelección presidencial después que habían utilizado esa misma excusa para derrocar el gobierno de Mel Zelaya, años antes.

 

Alegremente también, con la potencial fuga de JOH a vivir con los millones de dólares del pueblo hondureño y los ingresos del narcotráfico (posiblemente a la isla de Taiwán, aparentemente para que no lo extraditen a Estados Unidos), y la derrota del “delfín” de JOH – Nasry Asfoura – el Partido Nacional quedará acéfalo, y con muchos esfuerzos necesarios para recuperarse como fuerza contundente nacional. Justo mientras se escribían estas líneas, quien suscribe acaba de enterarse de sus contactos hondureños que el Señor Asfoura se retira de la vida política, y no posee intenciones de asumir liderazgos dentro del partido. El diario derechista hondureño – El Heraldo – dejó constancia ayer, en virtud del severo golpe sufrido por los dos paridos tradicionales de Honduras (derecha conservadora y derecha “liberal”), que el Partido Liberal enfrenta actualmente el peligro de desaparecer, luego de las defecciones de ese partido hacia la alianza de Castro, y los pobres resultados logrados por el partido, en estas últimas elecciones. Esto todo implica una reconstrucción partidista que esperemos se dé en un ámbito más sano y menos criminal y “narcotraficante”. En todos los casos, las reformas al Estado y su rol en la sociedad serán profundas, si se desea extraer el narco-nacionalismo de todo Honduras, o por lo menos reducir su triste esencia.

 

Quizás uno de los temas mas controversiales de la administración de JOH – y que le otorgó miles de votos a la Presidenta Castro – fue el de las Zonas de Empleo y Desarrollo (ZEDE). Estas zonas son supuestamente “áreas del territorio nacional que están sujetas a un “régimen especial” y donde los inversionistas estarán a cargo de la política fiscal, de seguridad y de resolución de conflictos”. En el 2011, se aprobó la Ley de Regiones Especiales de Desarrollo (REDs) que permitió la creación de las llamadas “ciudades modelo”. En octubre de 2012, la ley fue declarada inconstitucional por la Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, justificando su fallo al indicar que la ley estaría modificando aspectos “irreformables” de la Constitución, como el de la soberanía nacional, negarle al Estado el derecho de gobernar sobre estas zonas y la creación de poderes paralelos al gobierno, así como la violación de principios fundamentales relativos a la igualdad y el debido proceso, entre otros.

 

A pesar de esto y tras maniobras ilegales e inconstitucionales (las cuales los medios y el gobierno estadounidense nunca se pronunciaron, como el tema de la “reelección presidencial”) destituyendo a varios magistrados de la Corte Suprema, la Constitución se modificó en junio de 2013 y el Congreso Nacional aprobó la Ley Orgánica de las Zonas de Empleo y Desarrollo Económico. Actualmente, se encuentran en funcionamiento tres ZEDE principales en el país: Ciudad Morazán (Choloma), Orquídea (Colón) y Próspera (Islas de la Bahía). Además, existen otras ZEDE de las que no hay ningún tipo de información, como las ZEDE de Mariposa, entre otras.

 

Para el gobierno de la Señora Castro, será fácil derogar las leyes y estructuras que permiten estas maniobras neoliberales. Incluso, igualmente será fácil crear nuevas leyes para fomentar y desarrollar la mano de obra hondureña, y sanar parte de la inmensa deuda social que ahora mantiene el Estado hondureño con su población. Lo que no será fácil, es encontrar los recursos para realizar esto u otras iniciativas para aliviar la pobreza en el país centroamericano, con la situación socioeconómica que dejan los cachurecos, después de doce años de caos y saqueos. Una de las realidades socioeconómicas más tristes del país, se puede contemplar al realizar que las remesas enviadas por los migrantes son el verdadero pulmón de la economía nacional y representan tres veces la inversión anual de la empresa privada, a pesar de todos los privilegios que se les otorgan a las empresas privadas, por encima de los derechos de los trabajadores.

 

El daño causado por JOH y su estructura criminal es realmente multidimensional, y con consecuencias estructurales a lo largo de las próximas décadas, y no simplemente de unos cuantos años. Según el director del Centro de Documentación de Honduras, los heterogéneos grupos criminales que operan en el país centroamericano no podrían actuar en la dimensión que lo hacen sin la complicidad del Estado, con la narcopolítica como expresión más emblemática de los vínculos entre el Estado y el crimen “organizado”, y justo por eso, la extrema violencia ocupa un lugar central en la cotidianidad hondureña, con una tasa de 41,4 por cada 100.000 habitantes en el 2018, por ejemplo.

 

El Estado hondureño quizás sea el mayor ente criminal de la propia Honduras, con crímenes como los desfalcos del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) y los hospitales modulares. El primer caso se trata de un asalto consistente a los recursos del Estado, con fines netamente políticos: el 17 de enero de 2014, salió a luz pública la corrupción en el IHSS, dejando manifiesto que los recursos de dicho instituto fueron directamente a financiar las campañas políticas del Partido Nacional en el 2013. El segundo caso se trata de la supuesta compra de siete hospitales modulares para atender la emergencia provocada por el coronavirus, en el 2020. De acuerdo con la fiscalía hondureña, los hospitales no son funcionales, la contratación evidencia anomalías y, cuando al fin tres de estos se hicieron funcionales, ninguno atiende pacientes con Covid-19. De acuerdo con las investigaciones, el dinero de la compra de los módulos hospitalarios regresó a Honduras para financiar las campañas políticas rumbo al proceso electoral de 2021.

 

En tema de política exterior, los desafíos son igualmente inmensos para la Presidenta Castro. Honduras es el país que más contribuye con participantes a las “caravanas migrantes” que van hacia México y Estados Unidos, lo cual es una de las preocupaciones más importantes del gobierno estadounidense. Si fuera por Estados Unidos, los países del Triangulo Norte deberían masacrar y encarcelar a sus ciudadanos, mucho antes que lleguen a la frontera estadounidense, así la pesadilla se resuelve para esos gobiernos en vez de Estados Unidos, y sin que ellos tengan que “ensuciar” sus manos. Naturalmente, a raíz de que la pobreza y la violencia de las maras no disminuirá de inmediato, las caravanas seguirán saliendo, pero ahora la postura estadounidense cambiará, de asumir el problema como uno de carácter netamente “migratorio”, a un problema político/ideológico por parte del “comunismo” para perjudicar a Estados Unidos, etc.

 

El gobierno de Libre Igualmente se enfrentará con el gobierno del salvadoreño Nayib Bukele, quien ni es izquierda, ni es aliado de los estadounidenses, y no se le sabe cómo reaccionará a un gobierno progresista en Honduras. Otro gran desafío que se le presenta a la Presidenta Castro serán las relaciones entre su país y el gigante Chino, considerando las relaciones existentes y que cobraron la prioridad del Estado hondureño, con la isla de Taiwán, esas asumidas por ordenes directos del Departamento de Estado estadounidense. Igualmente, el problema de trasladar la embajada a la ciudad ocupada de Jerusalén, cumpliendo otra instrucción de los estadounidenses.

 

En un sentido más amplio, la victoria de Libre no es un caso excepcional en América Latina, sino parte de los procesos de restauración conservadora, y la resistencia a estos, por parte de las fuerzas populares y progresistas. Naturalmente, gobiernos como los que actualmente poseen países como México, Cuba, Venezuela, Bolivia y otros, tendrán mejores relaciones con el gobierno de la Presidenta Castro, mientras que gobiernos como el de los señores Duque y Bolsonaro, se distanciarán de Tegucigalpa. Aunque todo lo antes indicado representan temas importantes, el peligro más eminente para el gobierno de la Presidenta Castro, incluso para la propia vida de la Presidenta y su esposo, es el que representa la política exterior estadounidense, y su insistencia en aplicar “regime change” a todo lo que no le obedece. El Presidente Zelaya no fue – realmente – expulsado de su cargo y su país por el “partido liberal” o las fuerzas armadas hondureñas, sino por Estados Unidos. Esto puede repetirse, quizás con consecuencias aún más sangrientas.

 

¿Cómo lucharía la Presidenta Xiomara Castro contra todo esto? ¿Cómo empezaría a sanar heridas tan profundas, patologías tan destructivas y fracturas tan profundas? ¿Qué tan fácil es destruir y desacreditar el Estado y el sector público, y qué tan difícil es reconstruir lo aniquilado y recuperar confianzas? ¿Qué es más difícil de recuperar, lo infraestructural y administrativo, o la confianza de millones de hondureños, destruida por años de criminalidad de la derecha narcotraficante y profundamente delincuente? ¿Cómo reparar el gran daño que sufre el Estado y la sociedad hondureña, sin recursos y capacidades nacionales, y con la continua y persistente oposición destructiva de una derecha que actuará como un animal herido, y, peor aún, con la constante persecución de Estados Unidos, la cual buscará, tarde o temprano, imponer inevitablemente su famosa y única receta de “regime change”?

 

Temo por el pueblo hondureño que no entienda el momento histórico que ellos acaban de forjar, tanto para ellos mismos, como para toda la región. Temo que se apodere de ellos la complacencia y la ilusión de creer que este tipo de batallas finalizan con los procesos electorales, cuando en realidad esos procesos son meramente el inicio de una larga lucha. Mas preocupante, temo que crean que la victoria fue de la Señora Castro y de su excelente equipo, y, por ende, la tarea restauradora es de esos mismos actores sociales, y solamente de ellos. En realidad, la victoria es una victoria popular, el logro es del pueblo, no del Partido Libre.

 

La señora Castro y los diputados y alcaldes de Libre son meramente una colectiva “punta de lanza” de esta gran lucha, pero los luchadores son los mismos pueblos, y no sus dirigentes. Por eso temo que el pueblo, luego de triunfar, se quede esperando por soluciones que solamente la Presidenta debe suministrar y gestionar, mientras que ella no puede resolver sin el pueblo, de la misma manera que no pudo haber llegado a la Presidencia, sin el pueblo. Es ahora que la Presienta más necesitará al pueblo, por lo cual espero que estos se mantengan activos y atentos en una lucha que es, esencialmente, de ellos, y no del Partido Libre o los de la alianza.  Estamos muy alegre por el fin del oscurantismo de los “gangsters” Hernández, estamos felices por el pueblo hondureño, por recuperar su soberanía y libertad, pero no envidio la tarea que le toca a la Señora Presidenta Xiomara Castro, y su equipo de gobierno.

 

 

Último Diplomático Bolivariano expulsado de Honduras por los Cachurecos en el 2019


[1] Según el diccionario de la RAE, cachureco significa torcido, deformado. En Honduras, además, a esta acepción se la relaciona con la trampa, el dolo, la corrupción, el bajo mundo. Los miembros del conservador y derechista Partido Nacional, que históricamente han estado ligados a las dictaduras, son reconocidos como cachurecos (Fuente: Rodolfo Cortés Calderón). En el 2013, como Representante legal del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández constituyó una Sociedad Anónima denominada “Inversiones Azules, La Cachureca S.A”. De acuerdo con la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) y la Unidad Fiscal Especial Contra la Corrupción e Impunidad (UFECIC), La Cachureca formó parte del esquema de saqueo que se fraguó desde la Casa Presidencial, a través de los casos de corrupción Pandora y “Corrupción Sobre Ruedas”. https://cespad.org.hn/2021/04/06/asi-constituyo-y-utilizo-la-cachureca-juan-orlando-hernandez/

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